"Un gran desorden bajo los cielos conduce a un gran orden bajo los cielos.
Y otro tanto vuelve a suceder cada siete u ocho años.
Los monstruos y demonios saldrán por sí solos a la palestra."
Mao Zedong
En el transcurso de la historia de lo que será la República Popular China, desde octubre de 1949, y aun antes de su creación como tal, al menos dos tendencias políticas destacadas permanecieron latentes en el seno del Partido Comunista de China (en adelante PCCh). Estas corrientes se complementaron en hechos políticos comunes o permanecieron a la espera y en la construcción de su propia alternativa política y económica, hasta llegar inevitablemente al enfrentamiento y el consiguiente predominio de una de ellas y la destrucción de la otra.1
En la aparentemente tranquila aplicación de las medidas económicas del Primer Plan Quinquenal se encuentra un primer esbozo de las dos principales líneas de desarrollo político ideológico que posteriormente se diferenciarán en este país. En el mismo PCCh se produjo una decantación de dirigentes indispensables que terminaron conformando, junto a los planificadores, técnicos, profesionales y administradores, un sector altamente diferenciado con respecto a los sectores populares productivos. Y esto no era coincidente con las premisas de igualitarismo y democracia interna que se promovían desde el mismo partido en el poder.
Durante el período que tratamos aquí, la sociedad china vivió una poderosa crisis de cuestionamiento de su modelo político administrativo y de control vigente, por ende de todas las estructuras de poder burocrático establecidas por el PCCh. Al mismo tiempo, todas las estructuras administrativas del Estado fueron conmovidas por un intento democratizador y anti burocrático que en principio comprometiera el actuar de millones de jóvenes adoctrinados al efecto, pero que en sus resultados significó el posicionamiento arbitral de un organismo plenamente verticalista y autoritario, el Ejército Popular de Liberación que, situado inicialmente en posiciones de vanguardia por sus críticas, ocuparía posteriormente otras posiciones de dirección que determinarían la orientación final de ese proceso desde los aparatos gubernamentales y de control.
El establecimiento de la Gran Revolución Cultural Proletaria se vio precedido de varios momentos históricos con características similares donde la lucha por la democracia y la desburocratización del aparato administrativo del Estado y del PCCh fueron banderas iniciales que conmovieron y hasta comprometieron la estructura productiva del país. En años previos a su lanzamiento, se podría considerar como antecedente el rotundo fracaso en los resultados de uno de los proyectos político-económicos más radicales, en este casoEl Gran Salto Adelante de 1958 impulsado por Mao Tsedong,2 que desde un principio no contara con el consenso necesario en el Comité Central partidario para su lanzamiento.
Posteriormente, tras los desastrosos resultados obtenidos, las profundas críticas que recibiera el maoísmo desde el sector de dirección del PCCh liderado por Liu Shaoqi generarían una corriente externa al partido que, detrás de las proposiciones de continua educación socialista y de las mencionadas banderas de democracia y anti burocratización, intentaría manejar en otro plano organizativo la capacidad de movilización y quejas de todo tipo de los diversos sectores populares. Es decir, que esta recreación organizativa tuvo inevitablemente como objetivo de fondo el trasladar desde afuera la lucha al interior del PCCh, para tomar su estructura organizativa y de dirección intentando dinamizar su gestión en un sentido determinado, para limitar la fuerza de la oposición desde allí o al menos desconectándola del acceso a los mecanismos de dirección, movilización y control.
Cuando este proceso de intensas luchas políticas iniciado fuera del PCCh se instaló en su interior, la estructura del aparato partidario por su descrédito ante las masas se habría convertido en uno de los principales objetivos de crítica de los Guardias Rojos en sus movilizaciones, con lo que inevitablemente los peligrosos resultados sobre el orden interno y la productividad tendrían que escapar al control partidario. No obstante, se desea señalar aquí que los acontecimientos posteriores a la Revolución Cultural demostrarían la inmensa capacidad de consolidación de este amplio sector cuestionado de políticos, economistas, planificadores, intelectuales y profesionales que, aunque fueron desplazados temporalmente del poder por la Revolución Cultural, una vez que su formalidad funcional organizativa como sector de clase social independiente se hubo estructurado, y que incluyera inevitablemente la identificación de sus propios intereses y privilegios, al ser repuesto en el poder del Estado y del PCCh pasó a extender sus nexos a todos los ámbitos tanto institucionales como privados para asegurarse su afianzamiento definitivo y, lo que es fundamental para esta opinión, pudo desarrollar aún más su capacidad recreativa como grupo social plenamente autónomo.
Históricamente, las críticas expresadas a este sector no tuvieron nunca un contenido anti socialista. Por el contrario, al estar referenciadas en el movimiento revolucionario del 4 de mayo de 1919, proponían la democratización y la anti burocratización como ejes de lucha pero señalando peligrosamente para la dirigencia partidaria cuestionada que ésta había abandonado sus ideales revolucionarios por el socialismo y el bienestar popular. Y, al ser considerado ese sector como un nuevo 'sector de clase burocrática privilegiada', se remarcaba que ésta trataría de ampliar sus diferencias de estatus y oportunidades sobre todo en lo económico, haciendo resurgir una nueva forma de división clasista entre explotadores y explotados.
Expresión de esto era la línea de separación que agrandaba la brecha entre las posibilidades de la vida ciudadana, cercana a la industrialización y el trabajo mejor remunerado, el estudio y el comercio, y la de las zonas rurales de verdadero atraso. Las críticas maoístas desde la Campaña de Las Cien Flores en 1955, que involucraron la participación de toda la sociedad y de los organismos de Estado, preanunciaban lo que pocos años más tarde se daría como enfrentamiento directo contra la solidificada dirección del Partido Comunista Chino, primero desde elMovimiento de Educación Socialista a partir de 1962, y finalmente desde la Gran Revolución Cultural Proletaria desde 1966.
Lo que distinguió al pensamiento maoísta en este período fue la creencia plena de que el desarrollo económico moderno, y no a partir de él, podía ser producto de formas previas o contemporáneas de organización social comunista que garantizarían el paso a otros estadios económicos sin mayores contradicciones. De allí que su crítica estableciera el nexo entre la capacidad de crecimiento de un sector directivo con intereses y dinámica propios y la brecha inocultable que habría de separarlo de los sectores populares productores a los que dirigía y representaba.3
Basado en sus principios de "purificación ideológica" y de "no olvidar nunca la lucha de clases", Mao sostuvo que sus aplicaciones no necesariamente deberían provenir de las estructuras del partido; que podrían actuar en su impulso fundamental las fuerzas extra partidarias que confluyeran en la lucha anti burocrática, las que modificarían la relación interna y la composición de los sectores dentro del partido.4
El 18 de Agosto de 1966 se dio inicio oficial a la llamada Gran Revolución Cultural Proletaria, y a una serie de 9 gigantescas manifestaciones, en total más de 12 millones de personas, que sacudirían a Beijing. Ese día se reunieron en la Plaza Tiananmen más de 1 millón de jóvenes Guardias Rojos, en su mayoría estudiantes y soldados, alrededor de la figura central de Mao, acompañado por altos dirigentes del movimiento como Jiang Qing, Zhou Enlai, Chen Boda y Lin Biao, este último el militar considerado "el más cercano camarada de armas de Mao" y su posible sucesor. Al efecto todos estaban vestidos con uniformes militares, destacando este hecho la enorme implicancia del ejército en el lanzamiento de la movilización.5
Después de esta gigantesca concentración inicial y de las que se formarían en los meses siguientes, los jóvenes se dispersaban dentro del país en un simulacro conmemorativo de la histórica Larga Marcha, para transmitir a las masas provinciales su espíritu revolucionario y antiburocrático, "contra el resurgimiento del capitalismo". Para unificar sus actividades se habían impreso millones de ejemplares del Libro Rojo, que contenía las reglas de conducta ética y política compiladas como "Citas del presidente Mao" por Lin Biao, a partir de los escritos doctrinarios de aquél.
En un accionar inicial que pudiera recordar una operación de guerrilla, con ataques y pausas, destrucción y consolidación, se trató de asegurar el control de las masas medias centrando el ataque sobre los responsables de propaganda del Comité Central partidario en Beijing. Pero sus blancos fundamentales fueron Liu Shaoqi, jefe de Estado, y los integrantes de su equipo de planificadores entre los que se encontraba Deng Xiaoping, secretario general del PCCh, quienes trataron en principio de generar un debilitamiento del enfrentamiento inevitable pero que a comienzos de 1967 serían acusados de no fomentar, desviar e impedir el desarrollo de la Revolución Cultural.
En enero de 1967, Mao escaló la movilización dirigida desde ese momento contra la propia estructura partidaria, incitando a las masas a "tomar el poder siguiendo el ejemplo de la Comuna de París de 1871". Pero a finales de ese mes se decidió a dar participación directa al ejército en las movilizaciones, ante el clima de descontrol que comenzaba a percibirse por su ampliación a todo el país. En febrero de ese año, las calles de las principales ciudades chinas presentaban un cuadro nunca visto. Los dazibao's empapelaban toda superficie donde éstos pudieran ser pegados y leídos por los transeúntes. Sobre las paredes, ventanas, postes de alumbrado y hasta colgados apropiadamente cruzando la calle, los carteles conformaron un nuevo espectáculo de plena participación popular.
Con grandes caracteres y caricaturas o dibujos alusivos, todo aquel que se considerara Guardia Rojo o con el simple derecho a expresar su opinión, generalmente crítica, fueron señaladas aquellas personas que teniendo algún cargo partidario o administrativo, o que formando parte de alguna estructura gubernativa o educativa se encontraba cuestionado por su accionar privilegiado, autoritario y/o burocrático. Los eslogan generalmente tuvieron como destinatarios predilectos desde comienzos de 1967 a las figuras del presidente Liu Shaoqi y a su esposa, y también a Deng Xiaoping.
Un clima de evidente efervescencia popular había tomado las calles de las ciudades principales, y con ello el orden social se hallaba convulsionado en perjuicio de los organismos de control. Las actividades de los Guardias Rojos se vieron comprometidas al ser sometidas a confrontaciones violentas con otros grupos cuya rivalidad representaba su vinculación organizativa a diferentes sectores y clases sociales.
Debemos considerar los diversos intereses de los grupos organizados como tales, todos rescatando el "pensamiento Mao Zedong" y postulándose como Guardias Rojos, cuyos extremos estaban vinculados a posturas radicales o conservadoras, pero sin olvidar la formación de grupos intermedios que planteaban alternativas contra todo tipo de burocracia, mala o buena a futuro, y que aprovecharon la ocasión para manifestarse y organizarse en forma independiente creando la lógica preocupación de quienes trataban de encuadrar o manipular su accionar detrás de sus propios fines políticos.
La incidencia de estos enfrentamientos nos hace valorar el cuadro de proveniencia social de los componentes de cada grupo de Guardias Rojos. Así, el fraccionalismo violento se vio exacerbado por los diferentes orígenes, sino de clase social al menos en cuanto a las actividades económicas de los padres de estos jóvenes. Por ejemplo, aquellos que habían tratado de encontrar oportunidades de estudio y de trabajo en las ciudades, y que fueran rechazados o ignorados para el logro de un trabajo o puesto de estudio, fueron los que demostraron destacada beligerancia contra la estructura partidaria y administrativa burocratizada, especialmente contra los hijos de los cuadros del partido o el ejército que habían gozado siempre de un estatus preferencial en el acceso a escuelas secundarias, universidades y puestos de trabajo cercanos a su domicilio y mejor pagados. Éstos eran los más radicales de todos los Guardias Rojos, y es probable que al regresar a sus pueblos para aplicar las directivas de la Revolución Cultural, pusieran en juego un revanchismo difícil de ocultar por la rapidez de los acontecimientos.
Los estudiantes hijos de obreros y campesinos ligados a los cuadros del PC Chino estuvieron desde 1949 en una posición de alto nivel de consideración social, gozando de los privilegios propios de su situación de poder. Al mismo tiempo, los hijos de ex terratenientes, campesinos ricos y comerciantes de buen nivel económico que fueran integrados al proceso educativo general, siempre tuvieron un bajo estatus dentro de las posibilidades de ascenso social una vez recibidos o durante el mismo estudio. Señalamos, no obstante, lo irónico del caso como una circunstancia a tener en cuenta al analizar el papel desarrollado por los Guardias Rojos, porque los componentes de extracción popular más ligados al aparato administrativo y partidario tuvieron claras posiciones conservadoras, mientras que aquellos integrantes de universidades y escuelas medias, hijos de las viejas clases poseedoras totalmente desplazadas, ahora estaban a favor del cambio de la relación de fuerzas y luchaban por la democracia y la desburocratización del PCCh. En relación comparativa, los hijos de obreros y campesinos de una general baja representación y estatus, se dividieron por igual entre los grupos de rebeldes conservadores y radicales.6
Shanghai, ciudad marcadamente industrial, es un ejemplo adecuado para observar la aplicación de la Revolución Cultural en un entorno de predominancia obrera. Considerando las necesidades sustentadas por miles de jóvenes que provenían del campo y llegaban a esta ciudad en busca de un mejor nivel de vida, es decir, un trabajo y un lugar para vivir, y que se sumaban a los integrantes de las fuerzas armadas desmovilizados que también intentaban integrarse al mercado de trabajo, es posible comprobar que estos grupos de trabajadores potenciales, desiguales en sus orígenes y objetivos pero desempleados y sin contactos, abrieron un marco conflictivo de demandas que pronto los llevarían incluso a integrarse en grupos políticos rivales.
La Revolución Cultural, por primera vez desde la creación de la República Popular China, creó la posibilidad de expresión objetiva del descontento popular acumulado por estas amplias masas de desplazados sociales que habían permanecido encasilladas con anterioridad dentro de las premisas de comportamiento político fijadas por el aparato partidario. Como resultado, emergieron una multitud de organizaciones rebeldes, la mayoría de ellas proclamando fidelidad al pensamiento de Mao y a su persona.7 La influencia de estas organizaciones dividió a Shanghai en dos partes que en diciembre comienzaron a enfrentarse en las fábricas y en las calles de la ciudad, impidiendo todo tipo de funcionamiento.
El 6 de enero de 1967 una concentración de más de un millón de personas se reunió en la plaza central de Shanghai. El principal centro de cuestionamiento lo formaron las figuras de los principales dirigentes locales del partido, Cao Diqiu y Chen Pixian, que fueron removidos de sus cargos públicamente y obligados a confesar sus fines y errores políticos. Este acto, que fuera observado en televisión por millones de personas en todo el país, se constituyó en un hito histórico que de inmediato dio comienzo a una serie de actos similares también en todo el país, sobre cuadros y oficiales del partido cuestionados que sufrieron los mismos ejercicios de confesión pública obligada, adicionados a su exhibición con gorros y vestimenta humillante al pasearlos por cada ciudad al son de tambores y canciones despectivas.
Hasta aquí, la dirección central del PCCh en manos aún del maoísmo observa con preocupación la posibilidad de ejercer un control restrictivo sobre los acontecimientos. Enviados desde Beijing, Zhang Chunqiao y Yao Wenyuan son quienes aparecen en el nuevo escenario político de Shanghai con nuevas directivas para apoyar a Wang Hongwen8, el líder de la mayor organización popular llamada "Cuartel de Trabajadores Revolucionarios", y poner orden en la ciudad. Al mismo tiempo, se despliegan algunas unidades del ejército que urgen a los trabajadores a volver a sus fábricas, y se comienzan a rechazar las demandas obreras consideradas como desviaciones "economicistas" creadoras de nuevos conflictos. Para fines del mes de enero, las huelgas fueron suspendidas y se restableció el orden en la ciudad garantizado ahora por el EPL, y no por las organizaciones populares.
El liderazgo de Wang, Zhang y Yao recibió el claro apoyo de la estructura partidaria central y de las autoridades de la Revolución Cultural; ellos parecían estar autorizados a intentar una política de descompresión de la conflictiva situación que se tornaba peligrosa. Pero también este liderazgo, y probablemente todo tipo de liderazgo y acatamiento a directivas únicas y omnímodas como las de Mao, estaba sometido a cuestionamiento permanente por parte de algunas de las organizaciones más radicalizadas de la ciudad de Shanghai, que veía en ellos a los representantes de "una nueva, más actualizada y peligrosa burocracia". Así, el 5 de febrero de 1967, un millón de trabajadores se reunieron para festejar el "gran día en la historia del proletariado revolucionario de Shanghai" que procedió a proclamar los principios de la "Nueva Comuna Popular", basados en la experiencia parisina de 1871.
Pero a esta altura de los sucesos, Mao Zedong, Zhou Enlai y el Comité de dirección de la Revolución Cultural consideraban que se debía generalizar otro modelo organizativo en el país mucho menos corrosivo de la situación política y social, es decir, que permitiera un manejo más ordenado de las críticas y el reacomodo institucional. Fueron promovidos entonces los "Comités Revolucionarios de Triple Alianza", que sólo incluirían algunos representantes de las organizaciones de masas, a reconocidos cuadros políticos obreros del PCCh y a cuadros del ejército, donde éste ejercería una presencia claramente arbitral sobre las demandas a ser consideradas. Como resultado de esto, el 24 de febrero de 1967 fue anunciado en televisión por Zhang Chunqiao el drástico fin de la Comuna de Shanghai, luego de 19 días de esta experiencia, y su transformación en "Comité Revolucionario de la Municipalidad de Shanghai".
Este mes de febrero marca entonces el comienzo de una serie de retrocesos y ajustes con respecto a los objetivos originales de la Revolución Cultural. Desde el 23 de enero, Mao ha ordenado que el EPL entrara en el escenario político, para soportar y encuadrar a los diferentes grupos de militantes y mantener el orden. De esta manera, el mayor aparato verticalista del Estado chino, el ejército, fue llamado a intervenir para sostener al movimiento popular y revolucionario contra el elitismo burocrático. Lo que podría ser considerado como una nueva paradoja. Pero en la historia política, toda aparente paradoja sobre una organización determinada debe ser al menos cotejada con el origen y el transcurso de su período formativo, previo a la decisión que se intenta analizar. Debemos tener en cuenta que históricamente el Ejército Popular, desde su formación en 1928, fue considerado como una instancia de supra poder para que pudiera garantizar la existencia de las estructuras políticas y administrativas del partido, y después la integridad territorial de la nación china. En una situación donde la estructura del Partido Comunista Chino había sido no sólo cuestionada sino también gravemente dislocada por la Revolución Cultural, era inevitable que el ejército interviniese para arbitrar las condiciones en que ésta debía seguir encauzando su poder de cuestionamiento.
Además, el alterado orden productivo sólo podía ser restablecido por una organización como el EPL que había mantenido siempre una actitud de lealtad hacia Mao, y que también fuera la propulsora inicial de su pensamiento doctrinario y sostenedora del culto a su personalidad sobre todas las capas de la sociedad. Entre febrero y marzo de 1967, el Ejército Popular de Liberación comienza a desbandar incluso con directos ataques militares a estudiantes y trabajadores de las organizaciones más radicalizadas en las provincias de Sichuan, Anhui, Hunan, Hubei y Fujian. Muchos miles de activistas fueron arrestados, heridos, desaparecidos o muertos por el ejército con ayuda explícita de las milicias locales, ligadas inevitablemente a su estructura por la formación y el armamento que supervisaba.9 Además, la posición inequívoca que mantenía al ejército en situación de controlar y mantener el orden público, sin olvidar su papel disuasivo y de defensa ante un posible agresor externo, comenzaba a coincidir con la etapa que se vislumbraba en el horizonte político en que sería crucial su intervención en el ordenamiento de las movilizaciones de los Guardias Rojos para que éstos no interfirieran como lo hacían en la productividad de las industrias y la agricultura. Su papel de árbitro en los Comités Revolucionarios de Triple Alianza que intentaban generalizarse en todo el país así lo indicaba.
O sea, las fuerzas armadas ejercieron un predominio arbitral que respondió al desarrollo incontenible de los acontecimientos y que en algunos lugares obligó al ejército a la provisión de armas por igual a los diferentes agrupamientos enfrentados, en un doble juego que respondía a su función de equilibrar los resultados y fortalecer su posición. Aunque posteriormente se creyera que el EPL actuaba dentro de una constante: a las organizaciones ligadas al partido y a las milicias locales además de darles entrenamiento se les entregaba armamento moderno, mientras que los grupos más radicales obtenían armas más anticuadas.
Desde el 16 de julio y hasta el 4 de agosto de 1967 se desarrolló lo que se denominó como el "Incidente de Wuhan"10, donde un sector importante del ejército decidió enfrentar las directivas centrales de apoyo a la aplicación local de la Revolución Cultural. Por el contrario, las fuerzas militares apoyadas en amplios sectores armados de obreros y empleados administrativos del Estado, enfrentaron militarmente a los Guardias Rojos y a las bases sociales en las que éstos habían desarrollado la movilización anti burocrática provocando lo que se llamó la desaparición de la "Novena Comuna Popular", con gran cantidad de muertos, heridos y desaparecidos. Ante el acontecimiento que indicaba una grieta evidente en el comportamiento verticalista de las fuerzas armadas, el Comité Central actuó también militarmente para desactivar el alzamiento que no se extendió. De todas maneras, quedaba en claro que las fuerzas armadas se habían expuesto demasiado en la aplicación de los elementos políticos que eran sostenidos por la Revolución Cultural y que, unidos a la posibilidad de desacuerdo o abierto desafío a las directivas partidarias y del Estado por parte de un componente interno a la fuerza, como se demostrara en Wuhan, podría producir un desgaste y cuestionamiento inevitable al papel del EPL, designado como modelo de excelencia ideológica y organizativa al que se exhortaba a emular constantemente al resto de la sociedad.11
De esta forma, el Ejército Popular de Liberación no pudo escapar a la dinámica natural que toda fuerza armada hegemónica puede por su tipo de estructura ejercer sobre el Estado que sustenta, y a un determinado "orden" que deberá mantener. En este caso, previamente pudo acompañar un proceso de movilizaciones generales y, en cuanto a la Revolución Cultural, influir educativamente sobre sus hombres para posteriormente apoyar y convalidar determinadas acciones políticas de masas (como el lanzamiento oficial de la Revolución Cultural, 18 de agosto de 1966 en la Plaza Tiananmen), hasta proveer de armas a los grupos y corrientes políticas que inevitablemente habrían de enfrentarse entre sí. Pero no pudo, al entrar a la arena política de la lucha diaria, dejar de aplicar sus propios criterios autoritarios de orden. La representación que tuviera en los "Comités Revolucionarios", detrás de la premisa de la "Triple Alianza" (representantes por igual del ejército, el partido y las organizaciones de masas), demostró que si el EPL debía elegir entre el cuestionamiento rupturista de estructuras previas y el orden, elegiría siempre y en definitiva a este último. Salvo en aquellas situaciones donde apoyar lo primero significó posicionarse mejor políticamente ante las masas campesinas y obreras. El alto número de sus representantes que mantuviera en los organismos de dirección partidaria y estatal, demostraría la importancia alcanzada con su participación en la lucha política.
La violencia incontrolable de las movilizaciones de los Guardias Rojos, que ya afectaba a muchas provincias de todo el país había obligado a Mao Zedong y al CC del PCCh a definir prioridades y elegir preservar elstatu quo basado en que el ejército seguía siendo la institución adecuada en que pudieran apoyarse para restablecer el orden interno, rehabilitar la productividad y ayudar a reconstruir las nuevas instituciones partidarias de poder en las provincias.
Un punto de inflexión drástico se visualizó el 5 de septiembre de 1967, cuando Jiang Qing contribuyó con un importante discurso.12 En el mismo expresaba la necesidad de terminar con los enfrentamientos y ataques contra el ejército, solicitando un espíritu de moderación y rectificación de los errores. Al mismo tiempo, el Comité Central, el Consejo de Estado, el Comité de Asuntos Militares y el Comité de dirección de la Revolución Cultural, dieron a conocer una directiva común redactada el 25 de agosto anterior, que prohibía terminantemente los ataques contra el ejército y la toma de equipamiento militar por parte de los Guardias Rojos, recalcando ahora que toda violación a esa directiva daría derecho al uso de la fuerza contra los agresores.13
Estas decisiones de conjunto, además de dar consistencia a las disposiciones oficiales desde los más altos niveles del PCCh y del Estado, fortalecieron definitivamente al Ejército Popular de Liberación en su papel directivo en los Comités Revolucionarios, en la reconstrucción de los órganos de poder partidario provinciales y en la hegemonía que sostendría durante casi dos años en el Politburó y el Comité Central del PCCh desde su Noveno Congreso, en abril de 1969.14 Desde ese momento y al ser elegido por Mao como "camarada de armas predilecto" y posible sucesor, el incremento de la autoridad de Lin Biao sería evidente dentro del partido. Pero poco tiempo después, en septiembre de 1971, la capacidad de objetividad ante una situación de riesgo en la rápida expresión política del conjunto de los sectores dirigentes del PCCh pudo quedar nuevamente en evidencia como clara muestra de elección pragmática, aunque rodeada de inmenso dramatismo, y en la figura del destacado militar Lin Biao.
Lo que podría brindar alguna comprensión hacia lo que ocurriera con la suficientemente publicitada y aparentemente accidentada desaparición política y física de Lin Biao, es la comparación entre el número de miembros de cada organización en los comités centrales partidarios provinciales, tomando como dato el 1 de septiembre de 1971. Alrededor de esa fecha, después de constituidos estos comités centrales del PCCh e inmediatamente después de la desaparición de Lin, el 57,5% de los secretarías generales partidarias había quedado en manos de representantes del EPL, en tanto que con anterioridad en los Comités Revolucionarios su representación había sido del 49,9%. Al mismo tiempo, los cuadros del partido que pudieron retener u obtuvieron nuevamente las secretarías generales de los comités centrales provinciales alcanzaban un 36%, mientras que los representantes de las organizaciones revolucionarias directamente ligados al Comité de la Revolución Cultural sólo tenían el 6,5%.15
Estas marcadas diferencias y el claro intento de total hegemonía en el ascenso de las fuerzas armadas en la dirección del PCCh, en la que estuvo plenamente involucrado Lin Biao como su promotor esencial, podrían explicar el antagonismo creado entre los distintos sectores partidarios en ese período, y sugerirnos una mayor claridad correspondiente con el drástico desenlace donde Lin Biao quedó apartado definitivamente.
En cuanto al Noveno Congreso del PCCh, realizado en 1969, después de transcurrir 13 años con respecto al congreso anterior,16 es necesario resaltar que esta fecha se constituye en un límite oficial a lo actuado hasta entonces por el movimiento de la Gran Revolución Cultural Proletaria. Si bien permitiera el afianzamiento momentáneo del EPL y su dirigente máximo, indicaría el comienzo del fin del radicalismo y el desorden que provocara su accionar, no sólo entre las organizaciones dependientes del partido y el gobierno, también entre los sectores burocráticos que vieron sus posiciones de poder y decisión, lo mismo que las personales, perdidas o limitadas; es el inicio de la era post Revolución Cultural que se prolongará hasta mediados de la década de los 70's de relativa moderación y estabilidad, en la cual Zhou Enlai junto a los planificadores civiles y militares reconstructores del partido jugarían el rol principal.17
Los estudios posteriores sobre la Revolución Cultural han revelado variadas instancias sobre la lucha entre las facciones que claramente se fueron diferenciando a medida que su aplicación comenzaba a crear condiciones y resultados que facilitaron un clima de anarquía y guerra civil, y hasta sospechas de intentos de desmembramiento territorial. De todas maneras resulta innegable que Mao Zedong fue su promotor ideológico máximo y a la vez quien consintiera junto con los máximos dirigentes del PCCh en darla por finalizada en 1969, ante los claros resultados de desajustes sociales y económicos, y de descrédito de los organismos administrativos y partidarios.
La convocatoria de Mao Zedong para realizar la Revolución Cultural había abierto un enorme dique de posibilidades en tanto diera cauce a la lucha contra las arbitrariedades y el ejercicio autoritario del poder, en una sociedad que aunque parecía relativamente igualitaria contenía desigualdades exasperantes, pero también sabemos ahora que por el mismo culto a Mao se impuso una dolorosa etapa de traumatismo social. En un país de las características de China, quizá sólo un choque violento contra la sociedad pudo haber sostenido el mito del héroe y hacer de ese objeto de culto y de sus consecuencias un movimiento de tales características. Aunque todo indicaría que la incapacidad del maoísmo para intentar el fortalecimiento institucional democrático, y la provisión de garantías también institucionales para la crítica intelectual, sería uno de los ejes de su necesaria desaparición como opción política.
El principal objetivo de Mao Zedong y sus seguidores había sido la participación masiva de la población china para obligar a producir cambios sustanciales en la composición de la dirección partidaria y del aparato administrativo del Estado, dejando a su figura como única e inconmovible en el papel de líder indiscutido. Pero consideramos que a Mao, al proclamar como banderas principios e ideales que lo trascendían, no le fue posible llegar a controlar a todas las fuerzas sociales y políticas que se desarrollaron intempestivamente a partir de la Revolución Cultural, fuera del encuadramiento clásico ejercido por el PCCh. Cuando esta campaña estuvo en la plenitud de su desarrollo desencadenó inevitablemente, así lo percibimos, sucesos y acontecimientos no previstos por Mao y los otros líderes del PCCh que lo apoyaban. De esta manera se debió acudir a nuevas negociaciones entre los diferentes sectores del Comité Central del partido, que condujeron paulatinamente al desplazamiento de los sectores maoístas y, con la desaparición de Mao Zedong y Zhou Enlai en 1976, al afianzamiento definitivo precisamente de los sectores criticados por la Revolución Cultural.
* Profesor adscripto a la cátedra de Historia Contemporánea de Asia y África y al Programa de Estudios Contemporáneos Coreanos y del NE Asiático, Escuela de Historia, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.
1 Dos líneas político-económicas, también ideológicas, comenzaron a perfilarse públicamente con vehemencia, definidas ambas en las figuras de dos líderes originarios de la provincia de Hunan: Liu Shaoqi y Mao Zedong. Este último se dedicará a implementar su vieja idea de educación y participación revolucionaria permanente de las masas, ante lo que considera el avance sobre los organismos de dirección de una perniciosa ideología pequeño burguesa arraigada desde la tradición de pequeños productores campesinos de los habitantes de China. Sin considerar los peligros de su implementación en forma masiva que lo llevaron a imponer su plan delGran Salto Adelante, para oponerse al 2º. Plan Quinquenal propuesto por los seguidores de Liu, y que posteriormente tendría su manifestación de desastre político con la Gran Revolución Cultural Proletaria.
2 ElGran Salto Adelante, que en la práctica significó el abandono del modelo soviético de desarrollo infraestructural y el más alto grado de incidencia del maoísmo en un propio modelo de país socialista, tuvo gravísimos resultados económicos con caída profunda en la creación de PBI y grandes hambrunas seguidas por la muerte de centenares de miles de habitantes en las zonas rurales, además de un creciente desempleo y el marcado descenso en la aplicación de los derechos a la salud pública, la educación y la seguridad, lo que como resultado terminó posicionando a Liu Shaoqi como el nuevo presidente del país y desalojando otra vez más a los maoístas de los inmediatos organismos de control partidario. Liu Shaoqi, así como también el jefe de las fuerzas armadas Peng Dehuai y otros altos dirigentes revolucionarios, había previsto con mucha anterioridad los inconvenientes de la aplicación apresurada de planes sin sustento infraestructural: "(...) Sólo después de que la industria pesada se haya desarrollado considerablemente y esté en condiciones de producir máquinas agrícolas en gran cantidad, se podrá emprender en el campo una ofensiva socialista contra la economía de los campesinos ricos y realizar la colectivización de la agricultura. (...Existe) la tendencia al aventurerismo que radica en llevar nuestros planes y medidas económicos más allá de las posibilidades reales, dando pasos en el sentido socialista de manera prematura y excesiva y sin preparación, lo que privará al Partido Comunista del apoyo de los campesinos, pequeños productores, socavará la alianza entre el proletariado urbano y el campesinado y condenará al fracaso (...)" ; en: "Sobre la orientación de la construcción económica de la nueva China", junio de 1949, publicado en lasObras Escogidas de Liu Shaoqi, t. I, Beijing, Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1983, pp. 473-474.
3 "(...) Muchas de las predisposiciones intelectuales fueron originalmente moldeadas en la interpretación y la práctica maoísta del marxismo (..., que) otra vez comenzaron a destacarse después de la victoria revolucionaria. La creencia voluntarista de que la conciencia humana y las cualidades morales del hombre son los factores decisivos que determinan el curso de la historia, la creencia populista de que la verdad revolucionaria reside entre las masas campesinas, y la particular certidumbre sobre las ventajas que acarrea el atraso --tales son algunos de los elementos de la herencia revolucionaria que fueron revividos y proporcionaron una interpretación más radical. Esas creencias, combinadas con las lecciones derivadas de las experiencias de una década de historia posrrevolucionaria, tuvo su mayor expresión teórica general al ser anunciado el Gran Salto como 'la teoría de la revolución permanente'";en: Meisner, Maurice,Mao's China and After, A History of the People's Republic, The Free Press, Macmillan, Nueva York, 1986, p. 205.
4 "(...)El movimiento comenzó a adquirir características casi religiosas en el sentido de imprimirle a la práctica revolucionaria un sentido místico (...) en una confianza plena en las capacidades de las masas, guiadas por el pensamiento de Mao, cuyo culto era inspirador de grandes acciones y sacrificios; el libro rojo de las citas de Mao, compilado por Lin Biao para uso del ejército y publicado en 1966 para todo el público, comenzó a ser guía ideológica y de conducta", Cornejo, Romer A., "China: Una revisión de cincuenta años de historia", en: Anguiano, Eugenio (coord.),China contemporánea. La construcción de un país (desde 1949), El Colegio de México, Centro de Estudios de Asia y África, México, p. 55.
5 Previamente, el 16 de julio de 1966, Mao a sus 72 años y para demostrar al país la continuidad de su liderazgo había nadado 13 kilómetros en las aguas del río Yangtse, durante 65 minutos, seguido por una multitud de jóvenes que lo aclamaban.
6 "(...Además,) un creciente número de jóvenes de origen urbano que habían sido enviados en busca de trabajo al campo en anteriores años, retornaron a las ciudades para participar de la Revolución Cultural. Al haberles denegado oportunidades de estudio y empleo, ellos fueron los más descontentos de todos los jóvenes que abrigaban particularmente amargas quejas contra el partido y especialmente contra los hijos de los cuadros partidarios y de la oficialidad del ejército, que pueden ser exceptuados de determinadas obligaciones y gozan de un preferencial tratamiento en las universidades. Los 'jóvenes retornados' usualmente ingresaron en las organizaciones más radicalizadas de Guardias Rojos", en: Meisner, Maurice,op. cit., p. 340.
7 Se habrían detectado en el período tratado hasta 18 diferentes organizaciones rebeldes, en: Meisner, Maurice,op. cit.,p. 345.
8 Es importante destacar el avance en las posiciones directivas que alcanzaron estos tres altos representantes de la Revolución Cultural que, junto con la esposa de Mao Zedong, Jiang Qing, serán considerados después a finales de 1976 como la "Banda de los Cuatro" que habría intentado tomar el control del aparato central partidario, protegidos por el trato cercano y necesario respaldo de Mao Zedong; en: Clifford, Paul,Historia documental de China, vol. 3, Apéndice (elaborado por Carlos Copertari), Centro de Estudios de Asia y África, El Colegio de México, México, 1994, p. 257.
9 El origen campesino de la mayoría de los cuadros medios y soldados del ejército propone un amplio marco de coincidencias no sólo en el nivel organizativo de los integrantes de la milicia. Si consideramos que en el período de desmovilización ellos se reunían con sus familias en las aldeas y que a su retiro, simplemente por la experiencia adquirida, pasaban a constituirse en candidatos efectivos para ser integrados en la dirección de los cuerpos de defensa locales. Para el fortalecimiento de la milicia en su labor política, un papel destacado desempeñó la opinión de parte de la dirigencia militar zonal en las provincias; o sea, no solamente para el encuadramiento, control y hasta la supresión física de los Guardias Rojos, también como eslabón de unión entre el ejército y la comunidad rural. Asimismo, la política impuesta desde Beijing, después de la constitución de los Comités Revolucionarios y la rehabilitación de la organización de los comités centrales provinciales del partido, debió considerar esto como un cambio de etapa imprescindible en el proceso de implementación de sus directivas y disponer la desmovilización y regreso a sus lugares de origen de los Guardias Rojos; "(...o) el uso extendido de la milicia local para suprimir a los Guardias Rojos; no solamente en las aldeas, pero aparentemente en muchas comunas suburbanas, los militantes campesinos eran enviados a las ciudades a atacar a los grupos urbanos de la Guardia Roja (...) los instigadores para el envío de militantes a las ciudades se encontraban en las élites colocadas arriba del nivel de aldea. Informantes en Fuzhou, (...) describieron las violentas batallas en las ciudades entre militantes y campesinos enviados desde comunas suburbanas y facciones de la Guardia Roja (...) el órgano administrativo de la milicia simplemente reemplazó al comité del Partido como el órgano líder en los nuevos comités revolucionarios en los niveles municipales y submunicipales. Dado que el departamento de armas de la comuna estaba bajo la supervisión directa del subdistrito militar, ésta era una forma para extender el control del ejército hasta el gobierno submunicipal, en un tiempo en que las organización nacional del Partido estaba en desorden"; en: Nelson, Harvey, "Regional and Paramilitary Group Forces", en:Military and Political Power, compilado por Whitson, p. 144, citado por Nee, Victor, "Entre el centro y la localidad: el Estado, la milicia y la aldea", en: Nee, Victor,et alibi, (comps.),Estado y Sociedad en la China contemporánea, FCE, México, 1989, pp. 446 y 447.
10 Ciudad industrial de importancia estratégica por la acumulación de empresas sobre el río Yangtse, que además resulta ser un eje fundamental de cruce de líneas ferroviarias que se comunican con todo el país.
11 Recordemos que desde 1965 Mao se había dedicado al reordenamiento del EPL, ante lo que considerara su burocratización creciente. Bajo consignas y métodos soviéticos desde 1955, con Peng Dehuai como jefe, el mismo que dirigiera la participación del EPL en la guerra de Corea, el ejército se fue profesionalizado para pasar a registrar una serie de categorías distintivas con variados tipos de uniforme, diferenciaciones en los pagos y en las regulaciones internas y el uso de academias militares también diferenciadas. Esto había transformado la camaradería entre oficiales y soldados y su cercanía con los sectores populares. De esta manera, desde mayo de 1965 fueron abolidos determinados rangos evitando la distinción entre los uniformes y las insignias, lo que provocó cierta oposición capitalizada por los seguidores de Liu Shaoqi. La doctrina de la superioridad moral e ideológica del hombre de armas fue revivida y su anterior jefe atacado con virulencia como un enemigo por el propio Mao. Es que el Ejército Popular fue en todo momento la base de apoyo fundamental de éste para lanzar su Revolución Cultural. De hecho, el diario del EPL será utilizado plenamente por Mao Zedong en todo el transcurso del movimiento cultural.
12 Survey of China Mainland Press, núm. 4069, 29 de noviembre de 1967, pp. 1-9.
13 Survey of China Mainland Press, núm. 4026, 22 de setiembre de 1967, pp. 1 y 2.
14 Los congresos del PCCh marcan un límite desde el cual se inicia una nueva etapa cuyas características generales y modificaciones comparativas con la anterior pueden ser aproximadamente deducidas desde la década de los 80's, en donde el ordenamiento logrado en el funcionamiento de la estructura del partido y el Estado, y en la aplicación racional de la planificación económica, crearon condiciones de estabilidad haciendo previsibles las reacciones de todos los sectores sociales. Pero en lo referente al período de transición iniciado después del cataclismo social de la Revolución Cultural, era prácticamente imposible predecir el grado de conmoción interna que la lucha entre los sectores de clases involucrados en el Comité Central podría ocasionar en su proyección hacia la sociedad, y en la aplicación de los proyectos aprobados. La nueva fase histórica iniciada con cada congreso estaba garantizada por la aceptación de los informes previamente discutidos, que eran presentados por quienes serían sus personajes clave. Éstos estaban avalados por aquellas figuras históricas fundadoras que permanecieron estables en su papel directivo en el diseño de las diferentes políticas nacionales, generados siempre desde el CC del PCCh. Las nuevas personalidades políticas representaban el ascenso de algún segmento organizado del aparato estatal o grupos claramente diferenciados por el poder alcanzado, que se integraban a la lucha intersectorial burocrática y que pudieron recibir el apoyo táctico de representantes de otros sectores momentáneamente desplazados de la órbita de las decisiones fundamentales. Su emergencia era coincidente con el asenso de alguno de los sectores dominantes representados en el CC, posibilitando un cierto grado de seguimiento de su comportamiento posterior como forma de identificación de la línea política que tendrá sustento futuro o que permanecerá a la espera de una oportunidad de expresión organizativa. Así como también sobre su origen y representación externas al partido, desde dónde pudiera haberse encontrado el asidero político necesario para su asenso y prestigio.
15 Se tomaron en cuenta 158 secretarías de comités centrales provinciales del PCCh, una vez que éstos fueron restablecidos; en: Goodman, David S. G., "The Provincial Revolutionary Committee in the People's Repúblic of China, 1967-1979: An Obituary",The China Quarterly, núm. 85, marzo de 1981, p. 71.
16 Los estatutos del PCCh, si bien sufren modificaciones con cada congreso, especifican un espacio de cinco años para su nueva realización.
17 De cualquier manera que hayan ocurrido los hechos de la desaparición de Lin Biao, nos queda la seguridad de que la mayor crisis política después del establecimiento de la república sucedió en septiembre de 1971, y que a continuación se había desatado una minuciosa purga de todos los sospechados de coincidencias con la posición de Lin. Que afectó a todos los mandos militares y a los sectores administrativos del Estado, e incluyó la renuncia de 11 de los 21 miembros del Politburó del Comité Central; datos en: Meisner, Maurice, op. cit., p. 405. El descubrimiento de la conspiración antes de su estallido ocasionaría el pleno reacomodo de las autoridades partidarias, al servir para purgar a todos los elementos políticos y militares desafectos con la nueva línea política en materia interior y exterior. Los organismos partidarios y militares, lo mismo que los Comités Revolucionarios pasaron por el tamiz del nuevo encuadramiento, removiéndose todas las vallas que pudieran haber quedado después de la Revolución Cultural para establecer un orden duradero. Se pudo acusar entonces a Lin Biao de la mayor parte de los errores cometidos durante el transcurso de la Revolución Cultural, de haber aumentado en su provecho los resultados de las movilizaciones y enfrentamientos, de haber acrecentado el entusiasmo por la lucha anti burocrática y el apoyo que habría recibido la colectivización forzada de las zonas rurales, y hasta de intentar restablecer los principios ideológicos de Confucio.
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Paola Raffetta |