El presente trabajo se propone exponer la manera en que el problema kurdo se inserta en la situación iraquí, con el fin de examinar las repercusiones de dicho problema en la situación presente y futura de Irak. Con tal fin, se describirán, en la primera parte, los antecedentes de la cuestión kurda iraquí. En la segunda parte se examinará la presente situación política y militar en Irak, así como los principales actores, focalizando la atención principalmente en sus intereses y relaciones mutuas. En cada sección se describirá el papel kurdo, especialmente en relación a las aspiraciones kurdas. Finalmente, en la conclusión se expondrá el significado del problema kurdo para Irak y lo que implica para sus perspectivas futuras.
El problema kurdo surgió tras la caída del Imperio Otomano luego de la Primera Guerra Mundial. El Tratado de Sevres de 1920 disponía la existencia de un estado kurdo, pero la resistencia turca condujo a su reemplazo por el Tratado de Lausana en 1923, dejando a los kurdos divididos entre Irán, Irak, Siria, Turquía y la ex-Unión Soviética. Como resultado, los kurdos habitan un territorio contiguo atravesado por las fronteras de los mencionados países. Dicho territorio es denominado Kurdistán, con lo que el norte de Irak (donde habitan los kurdos iraquíes) es conocido por los kurdos como el Kurdistán del sur, siendo el sudeste de Turquía el Kurdistán del norte.
La vida política de los kurdos iraquíes ha estado fuertemente influenciada por los dos principales partidos kurdos, cuya relación ha estado marcada por la rivalidad: el Partido Democrático del Kurdistán, PDK (KDP por sus siglas en inglés), formado en 1946 y liderado actualmente por Masoud Barzani y la Unión Patriótica del Kurdistán, UPK (PUK por sus siglas en inglés), formado en 1975 y liderado actualmente por Jalal Talabani. La zona de exclusión aérea impuesta en el norte de Irak tras la Guerra del Golfo por la coalición liderada por Estados Unidos abarcaba el 60% de la región kurda, dejando en manos del gobierno central el resto, que incluía Kirkuk y Mosul, ambas importantes por su riqueza petrolera. La mencionada zona de exclusión aérea era reforzada por aviones estadounidenses y británicos desde la base turca de Incirlik. El gobierno iraquí retiró sus tropas, fondos y administración de Arbil, Dohuk y Suleimaniya, tres provincias predominante kurdas en el norte iraquí, zona a la que impuso un embargo económico. En 1992 se realizaron elecciones kurdas en las que el PDK obtuvo una leve mayoría sobre el UPK, que rechazó el resultado. Desde entonces el problema del parlamento kurdo fue un punto de disputa entre ambas agrupaciones. Las provincias norteñas de Suleimaniya, Dohuk y Arbil terminarían convirtiéndose en un "enclave kurdo", dividido en dos zonas: una, junto a la frontera turca, gobernada por el PDK y otra, junto a la frontera iraní, gobernada por el UPK.
La rivalidad entre ambos grupos kurdos condujo a la lucha armada intermitentemente entre 1994 y 1997. A fines de 1998 se firmó en Washington un acuerdo auspiciado por Estados Unidos entre el PDK y el UPK, que tenía como objetivo la toma de medidas hacia la implementación de un gobierno kurdo conjunto. Desde 1992 y hasta la guerra de 2003 Estados Unidos se esforzó por acercar a ambas agrupaciones con el fin de obtener la colaboración conjunta de los dos partidos en la meta de socavar o derrocar el régimen de Saddam Hussein. En octubre de 2002 comenzó a reunirse nuevamente el parlamento kurdo, luego de que en septiembre el UPK y el PDK tomaran medidas relativas a la normalización de sus relaciones, dentro del marco del acuerdo de Washington de 1998. Este fue aprobado por dicho parlamento en su primera reunión, el 4 de octubre.
Al aproximarse la guerra, una de las principales preocupaciones de los kurdos era la continuación de la protección estadounidense (a través del reforzamiento de la zona de exclusión aérea). Por su parte, Estados Unidos expresaba su compromiso con la seguridad kurda, mientras que los kurdos afirmaban el suyo con la integridad territorial iraquí. Este último punto era clave para los países vecinos, debido a la preocupación por la posibilidad de que la caída del régimen iraquí condujera a la formación de un estado kurdo independiente. Por otro lado, una prioridad kurda considerada irrenunciable era el establecimiento de un Irak democrático y federal, que conservara la autonomía kurda, y el logro de peso político real en el nuevo orden iraquí. Los kurdos también deseaban la garantía de que Irán y Turquía no intervendrían en Irak en caso de guerra.
Durante la guerra, los combatientes kurdos, conocidos como "peshmerga", lucharon junto con las tropas estadounidenses en el norte de Irak y lograron su objetivo de tomar las ciudades de Kirkuk y Mosul. Los objetivos más importantes de los kurdos en el nuevo Irak consisten en la ampliación de la región autónoma para incluir otras áreas pobladas por kurdos, principalmente Kirkuk; el logro de una posición fuerte en el gobierno central, la reversión de la arabización2, la conservación de sus milicias así como poder de veto sobre decisiones tomadas en Bagdad.
Estados Unidos
Estados Unidos se ha propuesto instalar en Irak un régimen pro-estadounidense que le otorgue los beneficios políticos y económicos de la hegemonía en uno de los países clave de la región. Con esta meta en vista, Estados Unidos ha forjado una alianza con los kurdos, al tiempo que se ha opuesto a los shiítas radicales, debido al temor de que Irak caiga bajo un régimen hostil (al estilo de Irán). Al mismo tiempo, Estados Unidos ha intentado mantener buenas relaciones con los shiítas moderados, como alternativa a los radicales y para no alienar a la mayoría de la población iraquí, si bien negándoles el acceso al poder político. Por otro lado, Estados Unidos ha procurado posponer y/o evitar la realización de elecciones para el nombramiento de cargos gubernamentales, que seguramente favorecerían a la mayoría shiíta, si bien la apremiante situación política y militar han conducido a dicho país a buscar la aceleración del calendario político. Esto último con el fin de persuadir a los iraquíes y a la comunidad internacional de que el gobierno iraquí está en manos de los iraquíes. También ha buscado en las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas legitimidad internacional, utilizando a dicha organización como medio de salir de situaciones en extremo complicadas, como se ha podido ver en el proceso político iraquí y en el reiterado pedido de tropas adicionales y de recursos financieros. A pesar de su alianza con los kurdos, Estados Unidos ha presionado fuertemente a éstos para moderar sus demandas.
Shiítas
Los shiítas, que habitan principalmente el sur del país, conforman aproximadamente el 60% de la población iraquí, a pesar el poder político siempre ha estado en manos de los sunitas, incluyendo el régimen de Saddam Hussein. La victimización de la que fueron objeto por este último, sumada a su mayoría numérica, ha generado una fuerte convicción entre los shiítas de que ahora les ha llegado "el turno" de gobernar. Las elecciones democráticas son vistas como el mejor medio de obtener el poder político, con lo que los shiítas han apoyado todas las medidas hacia su realización y han visto con desagrado la perspectiva de su postergación.
El papel que los shiítas tendrían en el Irak de posguerra comenzó a dibujarse cuando, tras la caída del régimen de Saddam Hussein, clérigos shiítas tomaron control de algunas áreas en el sur del país y en partes de Bagdad, proveyendo seguridad y servicios esenciales. Los shiítas llenaron de esta manera un vacío dejado por la falta de una administración efectiva que garantizara la seguridad y la provisión de servicios básicos. Los más importantes actores shiítas han presentado una oposición moderada a la ocupación del país así como al radicalismo de Moqtada al-Sadr, esto último por temor a que la oposición violenta a la ocupación ponga en peligro la mejor oportunidad que la mayoría shiíta tiene de lograr el poder político: el acceso al gobierno a través de elecciones.
Los eventos en Irak han conducido en ocasiones a que shiítas y sunitas se apoyaran mutuamente en su oposición a la ocupación, pero también a una intensificación de la rivalidad entre ambos grupos. Esto último queda ejemplificado en la formación en noviembre de 2004 de un grupo de unos 300 árabes shiítas llamado "Brigadas del Enojo", que se proponía combatir a árabes sunitas. El grupo exigía que clérigos prominentes de Irak y Arabia Saudita emitieran un edicto llamando a los sunitas a no matar shiítas. De lo contrario el grupo lucharía contra los combatientes sunitas.
El papel de los shiítas en Irak no está dado sólo por su rivalidad religiosa y política con los sunitas y su determinación de acceder al poder político, sino también por el rol que podrían tener en las fuerzas centrífugas que amenazan diluir el poder de un futuro gobierno central, o podrían incluso representar un riesgo para la misma integridad territorial del país. Este hecho queda ilustrado por la manifestación realizada por tres provincias del sur, Basra, Missan y Dhiqar, de su deseo de establecer una región autónoma, dado el sentimiento de marginación por parte del poder central que prevalece en ellas.
Entre los actores shiítas se destaca el Gran Ayatolá Ali Muhammad al-Sistani, la máxima autoridad shiíta del país. Sistani, viendo en la realización de elecciones una oportunidad única de que los shiítas logren el poder político, se ha opuesto a la ocupación con moderación, interviniendo con firmeza, sin embargo, en cuestiones relativas al reparto de poder en el futuro iraquí, tales como la redacción de la constitución provisional y el establecimiento del gobierno interino. En todas las instancias ha exigido la realización de elecciones para cubrir cargos gubernamentales, dada la fuerza numérica de los shiítas. Sistani ha insistido en la necesidad de llevar a cabo las elecciones nacionales en el plazo previsto, para el 30 de enero de 2005, oponiéndose a su postergación. Sistani ha impulsado la formación de una amplia coalición que unifique a los shiítas e incluya a grupos e individuos seculares, independientes y sunitas, buscando de este modo obtener el mejor resultado posible en las elecciones. Otro actor importante en el panorama shiíta es Moqtada al-Sadr, joven clérigo cuyo prestigio deriva del de su padre, asesinado junto con dos hijos en 1999. Ha presentado una oposición radical y estridente a la ocupación estadounidense, incluyendo enfrentamientos armados y toma de ciudades. Su insurrección ha sido controlada y no ha renacido desde el último acuerdo entre las fuerzas estadounidenses y el gobierno iraquí por un lado, y el movimiento de Sadr por el otro, en octubre de 2004. En los últimos meses ha manifestado su intención de participar en la vida política y ha presentado candidatos en la lista de la coalición impulsada por Sistani.
El 27 de noviembre 40 grupos, incluyendo grupos shiítas, emitieron una declaración rechazando la posible postergación de las elecciones. Por otro lado, el 9 de diciembre fue anunciada la "Alianza Iraquí Unida", una coalición de 22 partidos y grupos políticos impulsada por Sistani y que incluye el CSRII (Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Irak), el Dawa, el CNI (Congreso Nacional Iraquí), la Organización de la Acción Islámica, el partido al-Fadilah, partidos kurdos, turcomanos y sunitas, así como independientes. Los candidatos de Sadr se hallan entre los primeros 25 puestos. El mismo 9 de diciembre la alianza expresó su preocupación por la falta de legitimidad que las elecciones podrían sufrir en el caso de una escasa participación sunita, afirmando que una elección sin una participación plena no estaría en el interés del pueblo iraquí.
Sunitas
Los árabes sunitas constituyen aproximadamente el 20% de la población iraquí, pero han conformado siempre los gobiernos iraquíes, incluyendo el régimen de Saddam Hussein. Como es natural, su meta central en un nuevo orden político está dada por el deseo de no quedar excluidos del reparto de poder. Dado que la realización de elecciones, en cualquier instancia del proceso político, favorecería a los shiítas, los sunitas han tendido ha oponerse a tal método para designar puestos políticos, si bien algunos grupos sunitas desean participar en las elecciones de 2005. Sin embargo, otros grupos han solicitado la postergación de éstas (que les daría más tiempo para organizarse) mientras que los grupos más radicales (Asociación de Eruditos Musulmanes) han amenazado con boycotearlas. Los sunitas carecen de un líder capaz de representarlos nacionalmente.
El 26 de noviembre 15 grupos firmaron una declaración solicitando que las elecciones fueran pospuestas por 6 meses, petición que fue reiterada por 40 grupos y figuras sunitas el 6 de diciembre.
Por otro lado, dado que los sunitas eran la fuente de apoyo y miembros del régimen de Saddam Hussein, ellos han estado en el corazón de la resistencia iraquí, caracterizándose las áreas sunitas del país por el mayor nivel de violencia contra las fuerzas de la ocupación y los iraquíes que colaboran con ellas.
Es importante considerar, por otro lado, que a pesar de que algunos líderes y grupos sunitas desean participar en las elecciones de enero de 2005, la población sunita se encuentra cada vez más alienada por las operaciones militares y no ve el propósito de las elecciones.
Kurdos
Los acontecimientos en Irak han puesto de manifiesto el potencial de conflicto entre kurdos y árabes, así como las diferencias en la percepción que cada uno tiene del otro. En los kurdos predominan sentimientos de incertidumbre y temor por el futuro de su autonomía, debido a las dificultades que han enfrentado al intentar lograr sus metas a través del proceso político formal, con todos los actores oponiéndose a las aspiraciones kurdas. El peor escenario para los kurdos está dado por la absorción por un gobierno central dominado por la mayoría shiíta. Asimismo, los kurdos consideran el Kurdistán iraquí un oasis de tranquilidad y paz que desean proteger de la "contaminación" del caos que ven en el resto del país, al que perciben como una realidad diferente y separada, con los kurdos refiriéndose al resto de los iraquíes como "ellos", en oposición a "nosotros". También existe el temor de una nueva traición de Estados Unidos, debido a la falta de apoyo concreto de este país a las aspiraciones kurdas. La percepción que los kurdos tienen de sí mismos y de su relación con el resto de Irak queda ilustrada por las palabras en noviembre de 2004 de Kharman Khasrow, una estudiante kurda de 21 años de Suleimaniya, quien no habla ni una palabra de árabe: "No tengo ninguna conexión con Irak. Nunca he estado en Irak. Ni siquiera desearía ir allí."4 A la idea de que la zona kurda es parte de Irak, respondía: "Yo estoy en Kurdistán, no Irak."5 Los dos principales partidos kurdos descartan la independencia, dado que la consideran deseable pero impracticable en las presentes circunstancias. Sin embargo, la población kurda de la zona autónoma está abrumadoramente a favor de la independencia, lo que se ha reflejado en el surgimiento del Movimiento del Referéndum en Kurdistán.
El proceso político iraquí ha puesto de manifiesto la desconfianza mutua y la competencia por el poder entre los tres principales grupos del país. Sunitas y shiítas rechazan las aspiraciones kurdas, favoreciendo en cambio la "unidad" del país, unidad que incluye el control de los disputados recursos petroleros de Kirkuk, los que consideran recursos de todos los iraquíes. Se oponen, asimismo, al tipo de federalismo promovido por los kurdos. Estos son vistos con desconfianza no sólo por sus pretensiones, sino también por su alianza con Estados Unidos.
Turquía
Turquía ha sido un importante actor en relación a la cuestión kurda iraquí. Los kurdos iraquíes siempre han sido objeto de la mayor preocupación turca, debido al temor de que un fortalecimiento de los kurdos iraquíes tenga el mismo efecto en los kurdos turcos, lindantes con los primeros. El destino de los kurdos iraquíes ha sido por este motivo una cuestión considerada de gran importancia para la seguridad turca, lo que explica la sensibilidad de Ankara a cualquier insinuación de un estado kurdo reconocido, incluso uno sólo autónomo. Turquía se opone, en consecuencia, a un federalismo de tipo étnico en Irak, que fortalecería la autonomía kurda. Turquía ha buscado reducir o incluso eliminar la autonomía kurda iraquí. Por otro lado, a Turquía le preocupa el control kurdo de Kirkuk, debido a las importantes reservas petroleras de ésta. Un plan turco para la invasión del norte de Irak tiene como uno de sus objetivos asegurar el regreso de turcomanos a Kirkuk.
Irán y Siria
Irán ha procurado promover su influencia en Irak, en donde ve la oportunidad de que los shiítas iraquíes accedan pacíficamente al poder político. Irán desea tanto estabilidad como la preservación de la integridad territorial iraquí, dada la existencia de una minoría kurda iraní lindando con los kurdos iraquíes. Lo mismo sucede con Siria, que también posee una minoría kurda, con lo que este país enfatiza en cada oportunidad que puede la importancia de preservar la integridad territorial iraquí. Irán ha sido acusado de interferir en los asuntos iraquíes, especialmente apoyando a los shiítas. Siria ha sido acusada de permitir que combatientes entren en Irak a través de la frontera siria. Ambos países rechazan las acusaciones, y Siria se ha esforzado por aumentar la seguridad en la frontera.
La administración de Irak fue puesta en abril de 2003 bajo Jay Garner, militar estadounidense retirado, quien había acordado con grupos iraquíes la realización de una conferencia nacional que eligiría un gobierno interino. L. Paul Bremer III, que reemplazó a Garner en mayo de 2003, suspendió la conferencia e instaló en julio del mismo año, en cambio, un Consejo Gobernante Iraquí, cuyos miembros fueron nombrados a través de negociaciones entre Bremer y grupos iraquíes. El consejo estaba dominado por iraquíes que habían estado en el exilio y por shiítas seculares, cercanos a Estados Unidos, y se componía de 25 miembros: 5 kurdos, 5 sunitas, 13 shiítas, una turcomana y un cristiano. El consejo podía nombrar a los ministros y establecer el presupuesto de 2004 y políticas de seguridad, pero Bremer conservaba capacidad de veto sobre las decisiones del consejo. A fines de julio el consejo nombró una presidencia rotativa de nueve miembros6 que ocuparían el cargo de presidente por un mes y se sucederían en orden alfabético. A fines de agosto el consejo nombró un gabinete de 25 miembros, con la misma distribución entre los distintos grupos que el consejo.7
El cronograma del proceso político fue establecido en un acuerdo entre el consejo y Estados Unidos a mediados de noviembre de 2003.8 El mismo establecía la redacción de una constitución provisional para el 28 de febrero de 2004. En mayo se elegiría una asamblea provisional, que Estados Unidos deseaba elegir a través de comités regionales y que elegiría un gobierno interino para el 30 de junio, tras lo que la APC (Autoridad Provisional de la Coalición, nombre dado a la administración estadounidense de Irak) se disolvería. Para principios de 2005 sería elegida una asamblea que redactaría una constitución definitiva y nombraría un gobierno. A fines del mismo año se realizarían elecciones. La fecha prevista para la redacción de la constitución provisional fue a grandes rasgos cumplida (con dos días de atraso). Sin embargo, el plan para elegir la asamblea provisional a través de comités regionales debió ser fue suspendido, debido a la negativa shiíta, encabezada por Sistani, a aceptar un método tan indirecto de seleccionar a los miembros de la asamblea y a la insistencia sunita y estadounidense en utilizar un método indirecto. Dado que nadie estaba dispuesto a hacer grandes concesiones, la asamblea nunca tuvo lugar.
Estados Unidos, deseoso de evitar un enfrentamiento con Sistani, recurrió a las Naciones Unidas, esperando que un enviado de la organización persuadiera a Sistani de la imposibilidad de realizar elecciones. La misión del enviado de la ONU a Irak Lakhdar Brahimi, que se extendió del 6 al 13 de febrero de 2004, concluyó que sería posible realizar elecciones sólo a fines de 2004 o principios de 2005. Una de las opciones consideradas por algunos shiítas y kurdos era la realización de elecciones en el norte y sur del país, en lo que se veía como un importante acercamiento entre kurdos y shiítas. En marzo Estados Unidos necesitó nuevamente la colaboración de las Naciones Unidas para implementar la transferencia de poder planeada para el 30 de junio, en vista del fracaso del plan anterior. Para el puesto de primer ministro fue nombrado Iyad Alawi, un shiíta secular estrechamente relacionado con Estados Unidos. Ghazi Ajil al-Yawar (sunita), un ingeniero educado en Estados Unidos que había vivido varios años en Arabia Saudita, fue nombrado presidente. Otros nombramientos fueron: Ibrahim Jafari, del Partido Dawa (shiíta), Vice-Presidente; Rowsch Shaways, del PDK, Vice-Presidente; Barham Salih, del UPK, Vice-Primer Ministro para la Seguridad Nacional; Hoshyar Zebari, del PDK, Ministro de Relaciones Exteriores; Falah Hassan, funcionario de Tikrit, Ministro del Interior; Adil Abdel-Mahdi, educado en Francia e hijo de un clérigo shiíta, Ministro de Finanzas; Thamir Ghadbhan, shiíta, Ministro de Petróleo. Los kurdos recibieron en total 7 puestos. El gabinete está constituido por sunitas, shiítas, kurdos y cristianos. Dieciséis de los 30 miembros fueron educados en Gran Bretaña o Estados Unidos. El gobierno interino no tiene poder sobre las tropas estadounidenses y no puede cambiar medidas tomadas por la APC.
Según el plan de Brahimi, tendría lugar en julio una conferencia nacional de alrededor 1,000 personas que elegirían 81 miembros de los 100 que conformarían una asamblea nacional que podría vetar leyes aprobadas por el gobierno interino, siempre que reuniera dos tercios de los votos. Los restantes 19 serían los ex-miembros del CGI que no hubieran sido incluidos en el gabinete interino. La conferencia, que fue pospuesta dos veces, tuvo lugar entre el 15 y el 18 de agosto. La elección de los 81 miembros de la asamblea estuvo dominada por los principales partidos del país, provocando las quejas de los partidos más pequeños.
En la segunda mitad de 2004 Estados Unidos se enfrentaba a una situación militar cada vez más difícil y a la posibilidad de que las elecciones de enero carecieran de credibilidad para muchos iraquíes. En este contexto, Estados Unidos impulsó la realización de una conferencia internacional sobre Irak en Egipto. A la conferencia, que se realizó el 22 y 23 de noviembre en Sharm el-Sheik, asistieron los ministros de relaciones exteriores de los vecinos de Irak, los miembros del G8 y del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. En el comunicado final se expresaba apoyo al proceso democrático iraquí trazado en la resolución 1546 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (el acordado en noviembre de 2003). También se manifestaba preocupación por los ataques de los insurgentes y las muertes de iraquíes debido a un "excesivo uso de la fuerza" por las tropas estadounidenses. Por otro lado, se llamaba a las Naciones Unidas a jugar un rol principal y a los iraquíes a ampliar su participación en el proceso político.
La complicada situación de seguridad ha conducido al cierre de numerosos centros de registro de votantes. El 4 de noviembre se anunció que se permitiría a los iraquíes en el exterior votar en las elecciones de enero. Esta medida contaba con el apoyo de shiítas y kurdos y la oposición de los sunitas, dado que la mayoría de los iraquíes en el exterior son shiítas y kurdos que abandonaron el país durante el régimen de Saddam Hussein.
El 1° de diciembre tuvo lugar un encuentro en Amán entre Alawi y exiliados y líderes tribales sunitas, la mayoría viejos conocidos del primero, con el objetivo declarado de persuadir a líderes sunitas a participar en las elecciones y de abrir un diálogo con la resistencia. Alawi negó en los días siguientes que se hubiera reunido con personas con fuertes lazos con el partido Baas.9 El gobierno iraquí ha rechazado tajantemente la idea de posponer las elecciones, si bien ha sugerido la posibilidad de realizar éstas durante dos o tres semanas, idea que parece ser bienvenida por la coalición shiíta.
Lo que el problema kurdo significa para Irak ha quedado en evidencia en distintas instancias del proceso político. Los representantes kurdos en el CGI presentaron el 20 de diciembre de 2003 una propuesta de ley que establecía un Irak federal e incluía la expansión de la zona autónoma kurda. A las tres provincias de Dohuk, Suleimaniya y Arbil serían añadidas la provincia de Tamin alrededor de Kirkuk y partes de las provincias de Diyala y Nínive, áreas de mayoría kurda según el censo de 1957. La propuesta presentada preveía el establecimiento de la autonomía kurda en un Irak federal sin esperar la convención constitucional de 2005. Asimismo, la propuesta también contemplaba un Consejo de Ministros Kurdos, que debería aprobar todas las decisiones administrativas tomadas por Bagdad. Los kurdos deseaban que tales provisiones, a las que se oponía la mayoría de los árabes del CGI, estuvieran detalladas en la constitución transicional. Funcionarios kurdos afirmaban que la presión para un referéndum por la independencia aumentaría en el caso de que el CGI no realizara concesiones, y afirmaban que estaban dispuestos a negociar la propuesta, dado que no era muy probable que tales disposiciones fueran totalmente aceptadas.
Por otro lado, la constitución provisional deja sin resolver cuestiones altamente conflictivas, incluyendo puntos relativos a la cuestión kurda y a Kirkuk. Los kurdos obtuvieron una concesión en una cláusula que establece que la constitución definitiva será sometida al voto de los iraquíes, y que podrá ser rechazada en el caso de que la mayoría de los votos en tres provincias así lo hagan (recordar que los kurdos controlan tres provincias del norte). Esta cláusula da una capacidad de veto a los kurdos sobre la constitución definitiva, cláusula mal recibida por los shiítas. Tras consultas con Sistani, cinco miembros shiítas del consejo se rehusaron a firmarla a último momento. La constitución fue firmada luego de más consultas con Sistani, pero no sin que los shiítas nuevamente expresaran su descontento. Sometido a una intensa presión, Sistani cedió, pero sin dejar de expresar su insatisfacción. Por otro lado, los shiítas deseaban que la presidencia estuviera constituida por un individuo de sólido poder, o por cinco, 2 o 3 de los cuales serían shiítas.
Otras cuestiones importantes estuvieron dadas por la exigencia kurda del puesto de presidente o primer ministro en el nuevo gobierno interino, y de la inclusión de la constitución provisional en la resolución de las Naciones Unidas 1546 (aprobada el 8 de junio de 2004), como garantía de los derechos kurdos. Por otro lado, los kurdos también deseaban que el criterio étnico y confesional para el nombramiento del gobierno interino no sentara un precedente para un gobierno iraquí futuro. En el caso de que los kurdos fueran excluidos de los cargos exigidos, éstos deberían obtener un número desproporcionado de los ministerios más importantes en el gobierno interino. Las pretensiones kurdas fueron manifestadas en una carta de Barzani y Talabani a Bush, la que incluía una amenaza de secesión en el caso de que la constitución provisional fuera anulada. En tal caso, los kurdos se abstendrían de participar en las elecciones nacionales así como en el gobierno central y sus instituciones, y no permitirían que representantes del gobierno central fueran al Kurdistán iraquí. Sistani reaccionó a la exigencia kurda de incluir la constitución provisional en la resolución de las Naciones Unidas advirtiendo, en una carta al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que la constitución era rechazada por la mayoría de los iraquíes y que habría "graves consecuencias" de adoptarse tal medida. Por otra parte, al enterarse de que los kurdos no recibirían el puesto de presidente ni de primer ministro, éstos trasladaron su liderazgo en Bagdad al Kurdistán iraquí. Poco después de establecido el gobierno interino, Salih (del UPK) sostuvo una discusión con Alawi, quejándose de la poca claridad de las responsabilidades de su cargo de Vice-Primer Ministro y reclamando un puesto con responsabilidades legales claras y que representara las aspiraciones de los kurdos. Sin embargo Salih, que había abandonado Bagdad tras la discusión, regresó a mediados de junio, negando que hubiera habido algún desacuerdo con Alawi. A fines del mismo mes Barzani amenazó con la secesión kurda a menos que Irak se convirtiera en un estado democrático y federal y que se respetara la constitución provisional.
Al considerar las metas kurdas es imperativo dejar en claro qué es lo que los kurdos tienen en mente cuando hablan de "federalismo". El federalismo contemplado por los kurdos es de una clase diferente a la impulsada por el resto de los grupos iraquíes. Estos hablan de un federalismo que convertiría a las 18 provincias iraquíes en estados, dejando de esta manera a las tres provincias kurdas del norte en desventaja frente a las demás, mientras que los kurdos se refieren a un Irak formado por dos estados: uno árabe y uno kurdo, éste último ampliado de la manera ya descrita.
El PDK y el UPK decidieron presentar una lista única para las elecciones de enero y para las elecciones del parlamento kurdo (a realizarse simultáneamente con las elecciones nacionales). Si bien formaron parte de los 15 grupos que el 26 de noviembre firmaron una declaración pidiendo la postergación de las elecciones, posteriormente expresaron su deseo de que las elecciones se realicen el 30 de enero.
Kirkuk, de importantes reservas petroleras, está habitada en proporciones relativamente parejas por turcomanos, árabes y kurdos y es disputada por cada uno de estos grupos. Tras la caída del régimen de Saddam Hussein, la ciudad cayó bajo control kurdo. Los kurdos desean la inclusión de Kirkuk en la zona autónoma kurda así como la reversión de la arabización, alentando la migración de kurdos a Kirkuk y la retirada de árabes que hubieran llegado a la ciudad como parte de la política de arabización. Si bien los kurdos no presentan objeción a la participación de la población de Kirkuk en las elecciones nacionales de enero, insisten en que las elecciones para el consejo de Kirkuk se realicen sólo luego de que la situación en Kirkuk se "normalice", es decir, luego de asegurar que la mayoría de la población en Kirkuk sea kurda.
La resistencia iraquí incluye grupos diversos: elementos ligados al partido Baas, sunitas religiosos, sunitas nacionalistas, extranjeros y shiítas ligados a Moqtada al-Sadr. Si bien la milicia de éste ha protagonizado intensos combates con las fuerzas de la ocupación, el corazón de la resistencia está constituido por sunitas. Asimismo, a pesar de que la violencia contra la ocupación ha sido mayor en las zonas sunitas, la localización geográfica de la resistencia iraquí ha tendido a expandirse a lo largo del país. La resistencia iraquí ha mostrado una notable capacidad para adaptarse a circunstancias cambiantes y a las tácticas utilizadas por las fuerzas estadounidenses, así como para coordinar ataques. Estos han consistido en emboscadas, ataques con morteros y granadas propulsadas por cohetes, utilización de IEDs10, asesinatos de individuos considerados "colaboradores", ataques suicidas, toma de estaciones de policía, derribamiento de helicópteros y secuestros de extranjeros exigiendo el retiro de tropas o empresas extranjeras de Irak, siendo la decapitación el método preferido por los secuestradores para asesinar a los rehenes en los casos en que deciden no liberarlos; algunos secuestros han logrado que empresas o países se retiraran. Los blancos han sido convoyes, patrullas, oficinas públicas, puestos de control, bases militares, edificios de gobierno, funcionarios iraquíes, estaciones de policía, embajadas, contratistas, infraestructura petrolera, hoteles utilizados por occidentales, las Naciones Unidas, la zona verde11, mezquitas shiítas, blancos kurdos, iglesias cristianas, mezquitas y figuras sunitas. En la segunda mitad de 2004 ha habido una escalada de ataques con bomba, así como de ataques y asesinatos de miembros de las fuerzas de seguridad iraquíes. Estados Unidos ha respondido al incremento de la organización, sofisticación y frecuencia de los ataques de la resistencia con búsquedas casa por casa, detenciones, confiscación de armas y el uso de la "fuerza bruta", al precio de vidas inocentes, así como grandes ofensivas en ciudades bajo control insurgente. Las redadas realizadas por la fuerzas de la coalición incluyen mezquitas y arrestos de clérigos.
En abril y agosto de 2004 la milicia de Sadr se enfrentó con las fuerzas de la ocupación, tomando estaciones de policía y edificios de gobierno. Un acuerdo en mayo puso fin a la primera insurrección y uno en octubre a la segunda. Ambos acuerdos preveían el retiro de las fuerzas estadounidenses y del ejército Mahdi (la milicia de Sadr) de las ciudades, el desarme de éste, y la entrega de la responsabilidad por la seguridad a las fuerzas de seguridad iraquíes. El desarme tuvo en apariencia más éxito en el segundo caso que en el primero, con los hombres de Sadr entregando numerosas armas medianas y pesadas a cambio de pagos en efectivo. Sin embargo, el movimiento de Sadr ha quedado intacto en varias ciudades, y una orden de captura emitida contra él por el asesinato de un clérigo shiíta moderado en abril de 2003 ha quedado en suspenso, si bien es común el arresto de miembros del movimiento. Los acuerdos, negociados entre el movimiento de Sadr, fuerzas estadounidenses y el gobierno iraquí, fueron mediados por líderes tribales y clérigos shiítas, destacándose en el segundo caso la participación de Sistani, cuya intervención destrabó las negociaciones y logró el acuerdo que puso fin al enfrentamiento en Najaf.
Hasta hace poco en la resistencia sunita se destacaba la ciudad de Falluja, que en abril de 2004 fue objeto de una ofensiva estadounidense que tuvo que ser suspendida como consecuencia del enojo causado por los informes de cientos de bajas civiles. La ciudad quedó en control de los insurgentes, cuyo Consejo de Guerreros Santos se coordinaba con una organización similar en Ramadi, otra ciudad en el llamado "triángulo sunita." Desde julio otras ciudades fueron cayendo en mayor o menor medida bajo el control insurgente, incluyendo Ramadi, Samarra y Tal Afar. Las operaciones realizadas contra los insurgentes, que se proponen retomar el control de la insurgencia, típicamente son seguidas por el retiro de las tropas estadounidenses y la entrega de la responsabilidad por la seguridad y el gobierno a fuerzas y funcionarios iraquíes. Tras la retirada estadounidense, la ciudades caen progresivamente bajo control insurgente nuevamente, con la policía iraquí y el gobierno de la ciudad y/o provincia incapaces de controlar la situación y convertidos en blancos de los insurgentes. Tal evolución ha sucedido en Falluja y Samarra, tras ofensivas de las que Estados Unidos decía habían "pacificado" las ciudades.
El descarado control insurgente de varias ciudades sunitas, a poco tiempo de realizarse las elecciones, impulsó a Estados Unidos a emprender una ofensiva de gran escala contra Falluja a principios de noviembre, con el fin declarado de eliminar de allí a la insurgencia que no sólo controlaba la ciudad sino que organizaba ataques en otras ciudades. Controlar Falluja, el corazón de la resistencia sunita, significaría según las declaraciones estadounidenses, infligir un golpe mortal a la insurgencia con el fin de garantizar la seguridad necesaria para las elecciones de enero. Sin embargo, sucedió lo que era previsible: la insurgencia, anticipándose a la ofensiva estadounidense, trasladó a sus líderes y muchos de sus combatientes a otras ciudades sunitas, donde emprendieron una "contraofensiva." El resultado fue que la "pacificación" de Falluja se vio acompañada por una escalada de ataques insurgentes en otras ciudades, algunas consideradas hasta entonces relativamente pacíficas: Bagdad, el triángulo sunita y áreas más al norte, incluyendo Mosul, Kirkuk, Tikrit, Ramadi, Tal Afar, Hawija y Samarra. Desde el punto de vista militar, la consecuencia de la ofensiva en Falluja fue la extensión de la insurgencia sunita a áreas consideradas relativamente "tranquilas" (como Mosul) o la escalada de ataques insurgentes en ciudades ya violentas con anterioridad a la ofensiva (tales como Bagdad, Ramadi y Samarra). Actualmente tienen lugar al sur de Bagdad en la provincia de Babil, un área conocida como el "triángulo de la muerte", operaciones estadounidenses contra insurgentes y criminales. También en Mosul fuerzas estadounidenses intentan poner fin a los ataques de los insurgentes, dirigidos éstos especialmente contra miembros de las fuerzas de seguridad iraquíes.
La situación militar desde la invasión estadounidense a Irak ha tendido a empeorar, y Estados Unidos ha presionado insistente pero infructuosamente por la contribución de tropas extranjeras adicionales. Sin embargo, la gran mayoría de los países, incluyendo los más cercanos aliados de Estados Unidos, se han mostrado renuentes a enviar tropas, mientras que otros simplemente han retirado sus fuerzas de Irak. Por otro lado, varios países han decido extender la presencia de sus tropas durante unos meses con el fin de contribuir a la seguridad durante las elecciones de enero, pero planeando retirarlas o reducirlas en los meses siguientes, con lo que el número de tropas de la fuerza multinacional podría verse disminuido de aquí a un año.
En los meses siguientes a la invasión estadounidense Estados Unidos buscó crear fuerzas de seguridad iraquíes con el fin de dejar en ellas la tarea de proveer seguridad y hacer posible el traslado de las tropas estadounidenses a las afueras de las ciudades, especialmente luego del establecimiento del gobierno interino. Sin embargo, este objetivo parece cada vez más inalcanzable, por varias razones: el pobre desempeño de las tropas iraquíes en la mayoría de los casos, su escaso número (aproximadamente 115,000 tropas de 272,000 han sido entrenadas y equipadas), la deserción en situaciones de combate y la infiltración. La situación queda ilustrada por la deserción de 3,200 de los 4,000 policías de Mosul en ocasión de los ataques de los insurgentes a estaciones de policía ocurridos allí en noviembre. Las fuerzas iraquíes han tomado parte en operaciones estadounidenses contra los insurgentes, pero su papel se ha visto reducido a participar en búsquedas de casas y mezquitas y a actuar luego de que las fuerzas estadounidenses han tomado el control de la situación.
Un acuerdo para la disolución de las milicias iraquíes prevé la incorporación de sus miembros a las fuerzas de seguridad iraquíes. Sin embargo, las tropas kurdas serían enviadas al norte kurdo bajo comando kurdo, con lo que en la práctica estarían sólo nominalmente bajo el ejército iraquí. Este tratamiento especial a las milicias kurdas ha provocado el enojo de otros grupos iraquíes con milicias, que lo consideran injusto. Por otro lado, la utilización de tropas kurdas (y shiítas) en operaciones contra insurgentes sunitas ha despertado el disgusto de grupos sunitas, en una clara muestra de las implicaciones que las consideraciones étnicas pueden tener en las fuerzas iraquíes de seguridad. Un ejemplo ha sido Mosul, donde tropas kurdas, parte de la Guardia Nacional iraquí, fueron enviadas tras los ataques de los insurgentes en noviembre y la deserción de la policía de la ciudad. Mosul está habitada por sunitas, kurdos, turcomanos y cristianos. Blancos kurdos han sido objeto de ataques insurgentes en Mosul, y las tropas kurdas son vistas con preocupación por la población árabe, que teme que los kurdos estén intentando extender su área de influencia.
En octubre de 2004 tuvieron lugar informes de que combatientes kurdos estaban trasladando tropas hacia el norte, cavando túneles y estableciendo puestos militares cerca de Dohuk, cerca de la frontera turca. Dichas posiciones darían control sobre los principales puntos terrestres de entrada en la frontera. Por otro lado, la preocupación turca por el destino de los kurdos iraquíes se vio reflejada en un plan turco del que se supo a principios de noviembre, que preveía una invasión del norte de Irak con 20,000 tropas, con el fin de eliminar al PKK12 del área y de asegurar el regreso de turcomanos a Kirkuk. El plan se llevaría a cabo luego de las elecciones de enero, con el fin de evitar poner en peligro la decisión de la UE en diciembre acerca de una fecha para comenzar las conversaciones sobre el ingreso de Turquía a la unión.
Los puntos considerados en esta sección dan una idea del potencial para el enfrentamiento en el terreno militar presentado tanto por las aspiraciones kurdas como por las relaciones de los kurdos con los otros dos principales grupos iraquíes y con Turquía, aún con las milicias kurdas absteniéndose de participar en enfrentamientos armados con otros grupos iraquíes o con las fuerzas estadounidenses, posibilidades que no pueden descartarse del todo en el caso de un serio deterioro de la situación en Irak.
La evolución de los acontecimientos en Irak ha puesto en evidencia las aspiraciones y temores de los tres principales grupos del país, aspiraciones que en importantes aspectos parecen imposibles de reconciliar. Las pretensiones kurdas inspiran temor y desconfianza en los árabes, que no quieren ver al país "partido". Los actores del problema iraquí han buscado sistemáticamente posponer la resolución del problema kurdo y todas las cuestiones con él relacionadas, reservándolas siempre para una instancia futura del proceso político. Por su parte, los kurdos han intentado casi con desesperación lograr la mejor posición posible en Bagdad así como ampliar y consolidar su autonomía creando hechos sobre el terreno, sin esperar a que los cambios se realicen en un proceso político formal; de éste sólo esperan la legitimación de una situación que procuran crear de facto. Esto último se debe a la convicción de que los kurdos deben cuanto antes asegurar su posición, en el contexto de una feroz y cada vez más acelerada competencia por el poder político. La rotunda oposición de los actores internos y externos a la creación de un estado kurdo ha dejado a los kurdos solos en su intento por promover sus metas, dadas las repercusiones internas y externas de éstas. Esta oposición ha causado profundo temor entre los kurdos, conduciéndolos a amenazar con la secesión que el mismo liderazgo kurdo considera, correctamente, impracticable. Si bien un intento serio de secesión es improbable debido a las dramáticas repercusiones internas y externas que tendría, esto no significa que la inconformidad kurda sea irrelevante en el futuro político iraquí. Los kurdos no pueden simplemente separarse de Irak, pero tampoco pueden ser ignorados. Y mientras la cuestión kurda no se solucione satisfactoriamente para ambas partes, tampoco estará solucionada la cuestión iraquí. El problema kurdo es, como habrá podido apreciarse, un ingrediente esencial de la lucha por el poder que se desarrolla actualmente, y esto significa que el destino kurdo es clave para el destino iraquí. Los intentos de convertir a Irak en un estado pacífico y viable no tendrán éxito mientras el problema kurdo siga sin resolverse.
El significado del problema kurdo para Irak se ha visto no sólo en el proceso político, sino también en el intento de construir unas fuerzas de seguridad iraquíes que incluyan a los diversos grupos del país. La participación de kurdos en operaciones contra sunitas ha despertado la furia de éstos, lo que plantea una situación grave si es que quiere convertirse a dichas fuerzas en un medio de verdadera pacificación y progreso para Irak, meta ésta que parece cada vez más una verdadera utopía. En el aspecto militar se destacan asimismo y de manera conspicua, la superioridad en número, entrenamiento y experiencia de las milicias kurdas sobre las milicias de otros grupos iraquíes, así como la perspectiva de que dichas milicias entren en confrontación con fuerzas turcas en el caso de una escalada de la situación en el norte.
Lo que separa a kurdos y árabes es más que la competencia por el poder, si bien ésta es de por sí ya suficientemente seria. Existe además un abismo en las percepciones e identidades. Los kurdos son étnicamente diferentes, hablan un idioma diferente, tienen una cultura diferente, la situación en la zona autónoma es drásticamente diferente, incluso el clima es diferente, y los kurdos no pueden sentirse menos que diferentes al resto de Irak, al que consideran un país bárbaro, caótico, violento y "extranjero". Por supuesto, la población kurda no tiene ningún interés en pertenecer a semejante país, y la preferencia por un estado kurdo independiente es abrumadora, si bien el liderazgo de ambos partidos kurdos considera tal opción impracticable, y sólo la utilizan como medio de negociación.
En cuanto a las perspectivas futuras, no parece posible que Irak logre paz y democracia simultáneamente. Dada la conformación étnica y religiosa de Irak y el efecto perverso que sus fronteras tienen sobre su realidad política, sólo parece haber dos escenarios realistas: o el conflicto permanente o la paz impuesta por un régimen autoritario. Esto último es altamente improbable en el corto y mediano plazo, debido a la ausencia de un líder o grupo capaz de crear tal régimen. De lo que se sigue que en el futuro inmediato sólo puede esperarse en Irak la continuación del conflicto. Una advertencia es vital en este punto: el conflicto no trata de manera principal de la presencia de tropas extranjeras o la existencia de una potencia ocupante; el conflicto trata de la definición de la forma e identidad de Irak como estado, a través de una encarnizada competencia por el poder que parece difícil que se resuelva pacíficamente. Entender esto es esencial: el conflicto continuará en Irak con o sin tropas extranjeras en su suelo. El problema kurdo es un ingrediente clave en este contexto, y tiende a exacerbar la mencionada competencia; el problema kurdo es un elemento que contribuye a las sombrías perspectivas futuras de Irak.
Se concluye así que las implicancias del problema kurdo en el futuro iraquí no sólo son vitales, sino que hacen referencia a la forma misma que el futuro estado iraquí tomará, y en última instancia, a su viabilidad. No puede resolverse el problema iraquí sin resolverse el problema kurdo, y aunque estas declaraciones pueden parecer casi una perogrullada, tienen como objetivo llamar la atención sobre cuestiones que hasta ahora han sido pospuestas en el proceso político iraquí e ignoradas por los medios de comunicación, que otorgan un perfil más alto a las acciones espectaculares de la resistencia. Sin embargo, debe recordarse esto: el problema kurdo es tan grave para Irak como la más feroz y persistente resistencia sunita, y no importa cuánto se esfuercen los actores por posponer la resolución de dicho problema, el abordaje de éste no puede posponerse indefinidamente. Cuando finalmente sea enfrentado, Irak estará frente a una instancia vital para la determinación de su destino.
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1 Para más información sobre la cuestión kurda en Irak ver trabajos publicados en Transoxiana 5, 6 y 7.
2 Desde los sesenta y hasta la caída de Saddam Hussein tuvo lugar en Kirkuk y otras áreas del norte del país un proceso de reemplazo de población kurda y turcomana por población árabe, con el fin de impedir el reclamo de estas áreas por parte de dichas poblaciones.
3 Para más información sobre la situación en Irak, ver "Claves de la situación en Irak. Segunda parte," en Transoxiana 9.
4 Thanassis Cambanis, "Kurds' Separatist Ambitions Pose Challenge To Iraq Unity," Kurdistan Observer, November 14, 2004, aparecido en The Boston Globe. http:// www.kurdistanobserver. Archive. November 2004.
5 Ibídem
6 Los miembros eran: Massoud Barzani (PDK), Jalal Talabani (UPK), Ahmed Chalabi (Congreso Nacional Iraquí), Iyad Alawi (Acuerdo Nacional Iraquí), Ibrahim al-Jaafari (Partido Islámico Dawa, shiíta), Mohsen Abdel Hamid (Partido Islámico Iraquí, sunita), Abdul Aziz al-Hakim (CSRII, shiíta), Mohammed Bahr al-Uloum (shiíta, clérigo de Najaf) y Adnan Pachachi (sunita, Ministro de Relaciones Exteriores antes del régimen de Saddam Hussein).
7 Hoshyar Zebari, del PDK, fue nombrado Ministro de Relaciones Exteriores; Ibrahim Muhammad Bahr al-Ulloumun, shiíta, recibió el ministerio de petróleo; Kamel al-Kailani, sunita, el de economía y Nouri Badran, del Acuerdo Nacional Iraquí, el de interior.
8 Acuerdo que se hizo necesario como consecuencia de presiones internacionales e internas para la aceleración de la devolución de la soberanía, y que respondía al llamado hecho en la resolución 1511 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a establecer un cronograma político.
9 Muchos ex-miembros del partido Baas se encuentran en países limítrofes. Por otro lado, el partido de Alawi, el Acuerdo Nacional Iraquí, de carácter secular, incluye a ex-miembros del partido Baas de Saddam Hussein.
10 Siglas en inglés de "dispositivos explosivos improvisados", término que se refiere a bombas caseras, que son usualmente camufladas en toda clase de cosas, con frecuencia en los caminos transitados por convoyes o patrullas estadounidenses, y detonadas por control remoto al pasar el blanco.
11 Así se conoce a la zona de Bagdad que incluye a los edificios que albergan a funcionarios del gobierno iraquí y la embajada estadounidense, la zona más fuertemente protegida del país.
12 El PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán, nombrado desde noviembre de 2003 CONGRA-GEL) es una agrupación kurda turca que inicialmente reclamaba un Kurdistán unido e independiente, para luego exigir el reconocimiento de derechos culturales para los kurdos turcos. En persecución de fuerzas del PKK Turquía realizaba frecuentes incursiones en el norte de Irak. Esta agrupación estuvo en guerra con el estado turco desde 1984 hasta 1999, año en que, luego de la captura del líder del PKK, Abdullah Ocalan, muchos de sus combatientes abandonaron territorio turco y se trasladaron a Iraq.
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Paola Raffetta e-ditora |