Una serie de datos de la realidad e indicadores (v.g. total de población, superficie, status de miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, dimensión de sus FF.AA., tamaño de su economía, ranking en materia de intercambio comercial y recepción de inversión directa extranjera, y cantidad de reservas -entre otros-), nos demuestran la relevancia que ostenta en el actual escenario internacional la República Popular China (en adelante RPCh). Ello ha llevado a una serie de autores a plantearse el interrogante de “hacia dónde va China”, lo que incluye procurar responder la incógnita sobre el papel que tendrá la RPCh en el sistema internacional de la post Guerra Fría1.
En este contexto, considero útil el estudio de la Concepción Estratégica de China (a partir de aquí CECh), habida cuenta que el conocimiento de la misma contribuiría con dar respuesta al interrogante de hacia dónde se dirige el gigante asiático (atento a que China es un Estado socialista -y por ello la clase política tiene un sus manos un protagonismo considerable en el trazado del destino del país-, el discernimiento de la CECh nos brindaría señales importantes respecto de hacia dónde aspiran llevarla sus dirigentes).
Es mi intención en estas Jornadas presentar un análisis somero de algunas de las dimensiones que permiten conocer a la CECh: la histórica, la perceptual y la doctrinaria, si bien cabe destacar que las mismas no agotan el estudio de este objeto (ya que también puede acudirse a las dimensiones militar, burocrática, internacional y económica).
La raíz del Pensamiento Estratégico chino actual se encuentra en las obras escritas por Mao Zedong en la década de 1930, “La Estrategia en la Guerra Revolucionaria de China” (de diciembre de 1936) y “Sobre la Guerra Prolongada” (de mayo de 1938). En estos trabajos, Mao definió los conceptos estratégicos que el Ejército Rojo debía aplicar para hacer frente a un enemigo superior en tamaño, armamento y entrenamiento. Debido a que en la actualidad los estrategas chinos también reconocen que su principal adversario es superior, los conceptos maoístas de “guerra prolongada” (chijiuzhan) para desgastar al enemigo y “ofensivas rápidas y letales” se han combinado en la idea de “defensa activa” (jijifangyu), corazón del PECh vigente2.
En este marco, la evolución en los 90s tanto de la tecnología militar como de la situación internacional, incidieron para que la idea de “defensa activa” se viera reforzada. No sólo el colapso de la Unión Soviética sino también la 1ª Guerra del Golfo, trajeron aparejados la necesidad de incorporar la creencia en que las guerras del futuro serían locales (es decir no a lo largo de un vasto territorio), limitadas (o sea no generalizadas), cortas (v.g. no extendidas en el tiempo) y de gran intensidad (es decir con alto grado de tecnología).
A principios de 1993, Jiang Zemin, en ejercicio de la Presidencia de la Comisión Militar Central del Partido, dio la directiva de “prepararse para combatir guerras locales y limitadas bajo condiciones de alta tecnología” (jubu zhanzheng zai gaoji jishu tiaojian xia). A la fecha, estos son los conceptos que, apoyándose en los principios acuñados por Mao en la guerra contra el Kuomintang y la agresión japonesa pero teniendo también en cuenta las circunstancias de la última década, constituyen el Pensamiento Estratégico Chino.
a. La Situación del ASI según China: existe una particular ambivalencia, habida cuenta que la percepción de la dirigencia china (sea ésta política diplomática o militar), generalmente no coincide con los datos que brinda la realidad, al menos cómo la percibimos desde esta parte del mundo3. En la última década, China no enfrentaría amenaza directa alguna a su seguridad nacional: la URSS desapareció, las relaciones con la Federación Rusa son auspiciosas (v.g. Moscú es la principal fuente de armas extranjeras de la R.P.Ch.) y todos los vecinos continentales y marítimos de China mantienen lazos cordiales con ella como pocas veces en su historia, ya sea en el marco de ASEAN, APEC o la OCSS.
A todo esto debemos agregarle que el sorprendente crecimiento económico de China y su modernización militar sostenida en el tiempo, contribuyen con ese sentido de seguridad.
No obstante, para muchos analistas y decisores de la RPCh, la principal amenaza proviene de un actor extrarregional, pero con intereses tanto en el área circundante de China como en todo el mundo. Resulta un buen ejemplo de lo antedicho lo expresado por Pan Shunrui en el Diario del EPL el 8 de junio de 1999 en el artículo cuyo título la traducción al inglés (como se publicó el 6/07/99) resulta más que sugestivo: “War Is Not Far From Us” (cabría preguntarse si por “Us” se hizo referencia a “nosotros” o a “los EE.UU.”).
Si bien no podemos tomar la opinión de un analista del ministerio de Defensa de China como la voz oficial de un país, dados los escasos pronunciamientos gubernamentales sobre la materia, este escrito que tomó estado público en el periódico de las FF.AA. no carece de valor. Según Pan Shunrui, los EEUU es “hegemónico, expansionista y propenso a la dominación regional y global”.
Estas intenciones de las autoridades de Washington caracterizarían al actual sistema internacional, en virtud del papel protagónico que tiene los EE.UU.. Dicho sistema tendría las siguientes peculiaridades: (1) existencia de una “cruzada ideológica” para implementar la democracia en aquellos estados hostiles a los intereses de Washington, (2) promoción de “intervenciones militares” bajo pretextos humanitarios, con el fin de desplegar efectivos propios en áreas fuera de la influencia de EE.UU., y (3) dominación del sistema comercial y financiero internacional con el apoyo de la manipulación de las OIG de seguridad4.
b. La imagen de sí misma de China: la estabilidad política de los períodos post Mao y post Deng, la relativa armonía de sus más de 50 grupos étnicos, el espectacular crecimiento económico alcanzado en los últimos 25 años, los avances científico-técnicos logrados, la mejora generalizada en el nivel de vida de su población, la incorporación de lleno a la comunidad internacional y el prestigio mundial alcanzado como resultado de los anteriores, han redundado en un sentimiento de orgullo y confianza en el futuro.
En materia internacional, cabe hacer referencia a lo expresado por Hu Angang en “Zhongguo Xiayibu” (“El Próximo Paso de China”, Editorial Popular de Sichuan), quien hizo alusión a que “China se ha constituido en una potencia mundial: su rol en los asuntos internacionales debe incrementarse, a lo que se sumará su papel de locomotora de la economía global”. Wen Jieming, editor de la obra en chino “Conversaciones con el Secretario General Jiang Zemin” de 1997 (Editorial Ciencias Sociales, Beijing), argumentó: “China fue una Nación tan importante en el pasado y actualmente –gracias a su desarrollo material y espiritual- tiene los medios para recuperar esa gloria y ser el gran país del siglo XXI”.
a. El Nacionalismo chino de los 90s: la declinación del Marxismo-Leninismo en China tras más de 20 años de la política de “reforma y apertura”, ha llevado a que el Partido Comunista de China (en adelante PCCh) tuviera que asumir el papel de principal fuerza patriótica y guardián del orgullo nacional, a los efectos de aprovechar el sentimiento nacionalista de la población y -por esa vía- legitimar su permanencia en el poder.
Paradójicamente, ese sentimiento nacionalista no fue sólo propiedad exclusiva de los propagandistas del PCCh, ya que también un número considerable de intelectuales (no todos ellos adherentes al discurso oficial) se convirtieron en motores del nacionalismo5.
En estos últimos, a partir de principios de los 90s, obró una suerte de desilusión con respecto a Occidente, debido a la creencia en que Washington y sus aliados estaban detrás de la independencia del Tibet, Xinjiang y Taiwán; de las campañas de desprestigio por los escasos avances en materia de DD.HH.; y de la negativa a otorgar a China ya sea el ingreso a la OMC o un Premio Nobel.
Al mismo tiempo, algunos intelectuales chinos redescubrieron el legado cultural propio, lo que resultó en dejar atrás la “fiebre por el aprendizaje de lo occidental” (Xixuere) y dar cabida a la “fiebre por el aprendizaje de Confucio” (Kongzi xuere). Por otra parte, gracias a este “revival” de la sinicidad, la figura de Mao Zedong volvió a cobrar vigencia, a pesar de que en 1981 el propio PCCh se había ocupado de emitir un veredicto oficial poco auspicioso sobre el lugar que le cabía a Mao en la historia china.
En 1996, un grupo de jóvenes intelectuales escribió la obra “Zhongguo Keyi Shuo Bu” (China Puede Decir No), que superó los 2 millones de ejemplares vendidos en el año de su publicación. En ella, los autores reconocieron las potencialidades materiales y espirituales del país, las cuales ponían a China en la posición de poder decirle que “no” a aquellos intereses occidentales “que buscan obstaculizar nuestro destino de grandeza”.
b. El Auge del Pensamiento Realista en la RPCh: la concepción china del Realismo en Teoría de las Relaciones Internacionales, no necesariamente se condice con la escuela de pensamiento occidental homónima. El concepto chino de “interés nacional” está básicamente forjado en el Materialismo, de allí que su lectura de las RR.II. sea hecha sobre la perspectiva de los intereses prácticos6.
Debido a este enfoque netamente pragmático, se genera una considerable brecha a la hora de vincularse China con Occidente: por ejemplo, los chinos perciben que las exigencias de los EE.UU. en materia de DD.HH. están en realidad motivadas por especulaciones de poder.
En 1992, Feng Tejun y Song Xinning en la obra “Guoji Zhengzhi Gailun” (“Introducción a la Política Internacional –Editorial de la Universidad Popular de China-), afirmaron que “los intereses constituyen el factor fundamental de la conducta internacional, por lo que otros elementos resultan secundarios”. A la cabeza de esta tendencia se encuentra el propio Deng Xiaoping, padre de la China Contemporánea, quien aseveró que la política exterior “no debe ser diseñada según la ideología o sistema social de un Estado, sino sobre la base de los intereses nacionales”7.
De todo lo expuesto, se precia que la actual concepción estratégica china se nutre de principios maoístas que, actualizados por los avances de la tecnología militar y las transformaciones de la situación internacional, ubican a China frente el desafío de implementar una profunda reforma militar que esté a la altura de las nuevas directivas.
Esa reforma tiene que priorizar la calidad de sus FF.AA. por sobre la cantidad de efectivos y medios, a los efectos de acortar la distancia que le saca su principal adversario e incluso aquellos aliados de Washington que se benefician bajo el paraguas de seguridad estadounidense.
Desde el punto de vista perceptual, la CECh se distingue por su preocupación ante la hostilidad política, militar y diplomática que desarrolla los EE.UU., la cual se exacerba por la sensación de que los importantes logros alcanzados en los últimos 25 años (y el lugar que le cabe al país en el mundo) se encuentran amenazados por el hegemon.
Finalmente, el nacionalismo y el realismo en boga en lo doctrinario, agregan un elemento proactivo (para algunos autores “confrontativo del status quo”) a la estrategia china.
1 Para citar los trabajos más emblemáticos: Christensen, Thomas “Chinese Realpolitik” en Foreign Affairs Vol. LXXV no. 5 (September/October 1996), pp. 37-52; Kim, Samuel “China’s International Organizational Behavior” en Thomas Robinson y David Shambaugh (eds.) Chinese Foreign Policy, Theory and Practice (New York: Oxford University Press, 1993); y Robinson, Thomas W. “Interdependence in China’s Foreign Relations” en Samuel Kim (ed.) China and the World: Chinese Foreign Relations in the Post-Cold War Era (Boulder, Co: Westview Press, 1994).
2 Wang Jianwei y Lin Zhiming, “Chinese Perceptions in the Post-Cold War Era” en Asian Survey Vol. XXXII no. 10 (October 1992), pp. 902-917.
3 Yu Bin, “The China Syndrome: Rising Nationalism and Conflict with the West” en Asia Pacific Issues no. 27 (may 1996), 7 pp..
4 Wang Yizhou, Dangdai Guoji Zhengzhi Xilun [Análisis de la Política Internacional Contemporánea] (Shanghai: Shanghai Renmin Chubanshe [Shanghai: Editorial Popular de Shanghai], 1995), pp. 39-40.
5 He Xin, Zhonghua Fuxing yu Shijie Weilai [El Renacimiento de China y el Futuro del Mundo] (Sichuan: Sichuan Renmin Chubanshe [Szechuan: Editorial Popular de Szechuan], 1996), p. 338.
6 Yan Xuetong, Zhongguo Guojia Liyi Fengxi [Análisis de los Intereses Nacionales de China] (Tianjin: Tianjin Renmin Chubanshe [Tientsin: Editorial Popular de Tientsin], 1996), p. 5.
7 Deng Xiaoping, Deng Xiaoping Wenxuan [Obras Escogidas de Deng Xiaoping] (Beijing: Renmin Chubanshe [Pekín: Editorial Popular], 1993), p. 332.
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Paola Raffetta e-ditora |