Transoxiana 11 - Julio 2006 |
Universidad Nacional de la Patagonia Austral/ Unidad Académica San Julián (UNPA/UASJ)
La reconstrucción histórica de Asiria presenta dificultades pues ha experimentado prolongados eclipses, con recuperaciones ocasionales o éxitos alternos, y resurgimientos políticos. El énfasis de este trabajo es la estructura u organización del Imperio Asirio.
Antes haremos un bosquejo o rastreo de quiénes son los asirios, y cuándo tenemos las primeras informaciones de ellos en la historia del Próximo Oriente Antiguo.
En la primera mitad del Segundo Milenio a.C., la ciudad de Azur, situada en el Tigris, al norte de Mesopotamia (en las cercanías de la actual Mosul) cobraba creciente importancia. Este enclave comercial de súmeros y acadios se convertía en sede de una dinastía local iniciada por un tal Puzur-Assur, y cuyos reyes llevaban nombres acadios1. Dado que los asirios pertenecían al grupo lingüístico afroasiático, dentro de una gran rama, la semita, pues hablaban un dialecto del acadio. Estaban estratégicamente situados en una importante ruta comercial entre Akkad y Sumer al sur y Anatolia y Siria al norte.
Aparecieron primero como comerciantes que establecieron colonias mercantiles (karu) a partir de Assur, como por ejemplo la colonia de Kanish, establecida en el sudeste de Asia Menor. Los archivos de esta colonia datan de entre los siglos -XX al -XVIII.
Lo más significativo fue la transformación notable de su estructura social. En el siglo -XIV los asirios iniciaron una política de expansión, y en el Reino Medio y el Imperio fueron sinónimos de militarismo.
En la época del Reino Medio, con Ashur-Uballit2, Asiria salió de una posición periférica, asumiendo el título de "Gran Rey". Aquí vemos el interés de ingresar en el sistema de relaciones internacionales, quedando documentado en dos cartas de el-Amarna (Egipto), escritas por este rey asirio a Amenofis IV para iniciar intercambio diplomático y comercial3.
Posteriormente Asiria atravesó una crisis interna, una crisis que afectó a todo el Cercano Oriente, conocido por los investigadores como "la crisis del 1200". Se caracterizó por una serie de factores, tanto de índole interna como externa: una crisis política, una crisis demográfica, una crisis productiva derivada de una extendida y amplia sequía. Esta cadena de crisis produjo en la zona de Siria-Palestina un colapso de la cultura urbana, con la decadencia de importantes centros como Hazor (Galilea), dando lugar a un proceso de nomadización de los habitantes urbanos.
Los grandes imperios del momento como Hatti y Egipto, atravesaron serios problemas internos y no existió un dominio sobre el corredor sirio-palestino, importante zona estratégica. La pregunta que surgiría es, ¿porqué Asiria no aprovechó este vacío de poder?. La respuesta la encontraríamos en el interesante trabajo propuesto por Neumann-Parpola4. Estos realizaron un estudio de los cambios climáticos que surgieron en la zona de Mesopotamia entre los siglos XIII al X, llegando a la conclusión de que se produjo una alteración o desertificación de los terrenos, que ocasionó una grave crisis agrícola, con consecuencias críticas tanto para Babilonia como a Asiria. Esto se encuentra atestiguado en las fuentes de la época donde se menciona a una "divinidad ardiente", en alusión al calentamiento o altas temperaturas de la zona.
Llegando al punto que nos interesa, podemos decir que las fuentes asirias del primer milenio, los testimonios bíblicos y los documentos figurativos nos aportan un rico material para reconstruir la especificidad o estructura del Imperio asirio en lo que respecta a su organización militar y a las formas de violencia y dominación que ejercieron sobre los pueblos sojuzgados. Una vez transcurrida la etapa nefasta, el Estado asirio realizó campañas para recuperar las posiciones perdidas, campañas que tuvieron lugar dentro de los límites establecidos del Imperio y que no son propias de una conquista exterior, sino más bien de afianzamiento del control estatal asirio.
Un objetivo primordial que se perseguía era el suministro de caballos y madera para las necesidades militares y constructoras de Asiria.
Con respecto a Babilonia, la opción que adoptó Asiria fue la vía diplomática, donde se llegó a un tratado conjunto, estableciendo que ninguna de las dos potencias puede ser hegemónica.
Además, hubo un emplazamiento de puntos estratégicos cerca de la gran ruta comercial que cortaba las zonas del Khabur y el Balikh. Con Assurnasirpal II5 la operación de recuperación y consolidación llegó a su culminación, con el emplazamiento de centros asirios que funcionaron como puntos de recolección de los tributos y de las mercancías y como centros administrativos y militares, además de la creación de una nueva capital, Kalkhu (Nimrud).
El Imperio no disponía de una estructura "provincial" como la que se dará posteriormente, y siguió ateniendo la afluencia de los tributos de las zonas periféricas al ritmo de las expediciones militares, tan costosas en hombres y medios como para resultar insostenibles a largo plazo. Bajo su sucesor Salmanasar III6, se inició una serie de campañas tendientes a dominar la zona del lago Van.
En el siglo -VII el Imperio llegó a su apogeo. Tiglatpileser III dotó al Estado de una gran organización y cohesión interna para hacer frente a los enemigos exteriores (Babilonia y Urartu), consiguiendo una eficaz máquina militar. Bajo su reinado, los territorios conquistados fueron incluidos en los límites de Asiria y distribuidos en provincias bajo el mando de funcionarios designados por el poder central, que disponían de efectivos militares permanentes y estaban encargados de percibir los impuestos7. En la capital, Kalkhu, este rey dió impulso al aparato celebrativo de inscripciones y relieves murales, que coronó la actividad de la construcción y expresó la ideología imperial.
Los asirios lograron dos grandes avances militares: introdujeron tipos de caballos más pesados, pero más rápidos. Quizá tuvieron la primera fuerza organizada de caballería, distinta de los carros, de la historia del Cercano Oriente. E introdujeron una estructura regimental más clara, la cual permitió una mejor coordinación de la infantería, la caballería y los arqueros. Su propia línea de batalla era muy flexible y móvil: combinaba pares de infantes (formados por un arquero protegido por un escudero con armadura y lanza) con jinetes, carros de combate y honderos.
Hubo un florecimiento urbano que tuvo lugar en el triángulo comprendido entre el Tigris y el gran Zab, donde se sucedieron tres capitales: Kalkhu (Assurbanipal), Dur-Sharrukin (Sargón II), Nínive (Senaquerib). También una serie de centros menores, aunque bastantes poblados y dotados del aparato administrativo y cultural que caracterizaba a una ciudad, que controlaban las rutas de la Alta Mesopotamia8. No obstante, para que esto sea posible, los reyes asirios tuvieron que enfrentarse con el problema de los abastecimientos, aumentando la productividad del campo mediante colosales obras de canalización (desde el Zab y los afluentes menores) para irrigar los campos y posibilitar así la práctica de la agricultura y arboricultura asociado a un cultivo intensivo de cereales.
Desde el centro se impusieron las diferentes formas de tributación y sujeción; ejemplo de ello es el territorio de Israel hacia el -700 aproximadamente, cuando pueden observarse nítidamente las formas de control: estados tapones (Judá), estados con un rey títere y un gobernador asirio y provincias como Dor, Meggido, Samaria (-722); este cuadro de situación podría modificarse en caso de rebeliones.
La titulatura de los reyes asirios manifestó una concepción etnocéntrica de la realeza mesopotámica, como por ejemplo esta inscripción:
"...Assarhadón, Gran rey, rey poderoso, rey de la totalidad (o rey del mundo), rey de Asiria...gobernador de Babilonia, rey de Sumer y Akkad, rey de las cuatro regiones, pastor legítimo, favorito de los grandes dioses, cuyo nombre pronunciaron Ashur, Shamash, Bel y Nebo (...) para que ejerciera la realeza en Asiria...".9
La elite militar del estado asirio adquirió un poder notable en la vida política y económica imponiendo una concepción del valor militar que estuvo a su vez, encubriendo necesidades reales de dominio económico. La red ideológica reforzó eficazmente el ejercicio del poder militar. Los asirios realizaban campañas para "establecer el orden donde reinaba el caos". Es la elaboración de una visión orgánica del mundo donde las conquistas asumían una justificación.
La captura del botín del enemigo se justificaba por el hecho de que los vencidos eran hostiles a su dios (Assur); la ideología consolidaba de esta manera el poder expansivo, cuya estrategia fundamental consistía en deportaciones de población y exacciones, cumplidas con la voluntad de operar un recambio social en los diversos lugares conquistados, a través de la transferencia de población de los cuadros locales dirigentes y de mano de obra, por lo general especializada, y la sustitución de esos con gente de otro origen. Este mecanismo se evidenció claramente en la inscripción del rey Tiglatpileser III: "...19 distritos de la tierra de Khamat, junto con las comunidades de los alrededores, que estaban ubicadas sobre la costa del mar del sol caliente (Mediterráneo)...incluidos entre los confines de Asiria. Y a mis funcionarios puse como gobernadores. Deporté 30.300 personas de la ciudad y lo trasladé a la provincia de Ku...1.223 personas instalé a la tierra de Ulluba...(Por el contrario), instalé a 600 prisioneros de la instalación Amalate de la tribu de Damunu, y a 5400 prisioneros de la ciudad de Der, en la ciudad de Kunalia, Khuzarra, Tae, Tarmanazi, Kulmadari, Khatatirra y Sagilly en la tierra de Unki...las conté entre las gentes de Asiria".10
Las deportaciones tuvieron una doble finalidad: para repoblar los campos y las ciudades asirias, que habían sufrido un acentuado descenso de la población a causa de las campañas militares, e instalar grupos de campesinos para mantener productivos los campos. Con esta práctica, las comunidades fueron aisladas de su entorno ecológico tradicional y de su etnia natal y fueron puestas directamente al servicio del Estado, por lo que se produjo una reorganización del espacio territorial que determinó una nueva forma de explotar la naturaleza y la fuerza de trabajo.11
En su militarismo debemos distinguir entre la realidad y la "propaganda"12, aunque ambas cosas guardaban una relación estrecha. Su relación era el resultado lógico de la tentativa de gobernar en gran parte por intermedio del ejército. No debemos creer sino una pequeña fracción de las afirmaciones de los asirios. Si siempre se hubieran comportado como les gustaban jactarse, y como evidentemente se comportaban a veces, no habrían durado. Veamos un típico extracto de los anales reales, en el cual se presumió de lo que ocurrió a una ciudad-estado derrotada: "Maté a 3.000 de sus combatientes con la espada. Les arrebaté prisioneros, posesiones, bueyes y ganado. Les quemé muchos cautivos. Capturé muchos soldados vivos: a algunos les corté los brazos y las manos; a otros les corté las narices, las orejas y las extremidades. Saqué los ojos a muchos soldados. Amontoné a los vivos y también amontoné las cabezas. Colgué sus cabezas de árboles en torno a la ciudad. Quemé a sus muchachos y muchachas. Arrasé, destruí, incendié y consumí la ciudad".13
Esta "propaganda del terror" servía para disuadir y no es aceptable la idea de que se cometían estas atroces crueldades con los vencidos. Como "medios de propagandas suplementarios" se utilizaron esculturas, cuyo efecto fue intensificado por las inscripciones. Reade ha planteado que las fuentes escritas y las esculturas asirias son " inseparables, como el texto impreso y las figuras en un libro ilustrado"14.
Esta propaganda estuvo articulada con el propósito de crear un sentimiento de pertenencia étnica al grupo de la corte, donde los símbolos militares, religiosos, etc. servían para crear una unidad social, fundamentalmente entre los oficiales y súbditos reales. Los temas que aparecen en los relieves pueden considerarse como pertenecientes al conjunto de elementos que formaron la ideología de la clase gobernante asiria: la justificación religiosa del poder, la justificación de la exacción económica, el rol del rey como constructor y defensor, etc.15 La política interna asiria fue, según parece, extremadamente compleja. Las antiguas ciudades protegidas por privilegios florecieron gracias a la exención del pago de impuestos y de la leva militar; es posible que participaran en actividades comerciales, pero esta suposición no puede documentarse para el último período. Diversos intereses dictaban las actividades del sistema de redistribución que tenía su centro en el palacio; éste necesitaba el botín y la mano de obra humana conseguidos en las interminables campañas para apoyar y extender las posesiones reales, y una organización económica con sus sistemas secundario y terciario de redistribución. Extendió su influencia desde las posesiones de la clase dirigente y las comunidades rurales hasta los funcionarios de la corte.
Hemos visto que sobre las zonas conquistadas, el Estado asirio aplicaba diversas formas de sujeción. Ahora bien, ¿por qué el Imperio se resistió a desplazar sus centros de gravedad hacia la costa, donde se ubicaban importantes ciudades comerciales como Sidón y Tiro?
La gran expansión comercial del segundo cuarto del primer milenio tuvo un efecto incisivo sobre las relaciones entre costa y continente. Tiro, el principal puerto de comercio del período, operaba a una escala mundial; potencias políticas lejanas como Assur actuaban como agentes suyos en la administración del comercio. Con el crecimiento del comercio, los puertos comerciales tendieron inevitablemente a convertirse en factores políticos. De esta forma se habían convertido en potencias a tener en cuenta.
El Imperio asirio se vio obligado a actuar contra los puertos comerciales. La conquista directa estaba fuera de lugar, pues habría destruido el valor de aquellas ciudades como canal de entrada del comercio exterior. Consciente de que estas prósperas ciudades estaban engranadas en un contexto económico fundamental para la organización internacional del comercio, era necesario idear otros métodos. Una solución fue la desmilitarización.
Esta es la interpretación que se sostiene de la política asiria con respecto a Sidón, cuando esta ciudad fue trasladada de un islote a tierra firme y repoblada con colonos asirios.
Aunque Asiria recaudaba tributos de las ciudades costeras, su injerencia tenía un carácter de tanteo. Los reyes asirios realizaban incursiones para conseguir botín y demostraciones de fuerza militar más que campañas de conquista. Con Senaquerib comenzó una política de feroz agresión con la ocupación de Fenicia en el -701, y Tiro fue la única ciudad que no sufrió molestias.
Cuando la presión militar asiria era constante contra las ciudades costeras, Tiro tuvo que pagar tributo, pero su relación con Asiria fue, por lo general, de cooperación. Mantuvo su autonomía, aunque tenía un magistrado asirio que residía en la ciudad para vigilar a sus gobernantes.
La política asiria tendió a grandes rasgos a una activación económica de la costa a través de los puertos de comercio, pero sin incorporar a éstos, sino ejerciendo presión fundamentalmente por métodos de control remoto. Con respecto a la zona de Palestina, por razones estratégicas, los asirios prefirieron aplicar el sistema de "estados-tapones" contra Egipto, para mantener su poderío16. También ocurrió con las ciudades filisteas y los Estados del sudeste de Jordania, como Ammon, Moab y Edom, que nunca se convirtieron en provincias.
La decadencia imperial se debió a varios factores, principalmente la falta de unidad. Muchas de sus partes no mantuvieron una sólida relación económica entre sí; la unidad lingüística se había realizado a expensas del asirio a favor del arameo, y la activa y constante política de grandes deportaciones contribuyó a la disgregación de la población asiria, quebrando la unidad étnica. Crisis dinásticas, crisis de autoridad de los últimos monarcas asirios, y la creciente expansión de Babilonia, acentuaron la caída del Imperio asirio.
Por último, nos interesa detenernos en dos conceptos con los que se ha querido explicar el fundamento del poder asirio y de sus logros de dominación. Michael Mann17 sostuvo que los asirios alcanzaron extraordinarios éxitos como conquistadores, probablemente gracias al "nacionalismo" exclusivo de las facciones de poder, que se veían a sí mismas como pertenecientes a la misma "nación"; su sentimiento de identidad se alimentaba así del militarismo triunfante y su sostén era fundamentado en la religión "nacional".
También Mario Liverani calificó de nacionalista a la religión asiria durante la época del Imperio porque la misma palabra "asirio" adquirió la denotación de "sagrado". La pregunta es la siguiente: ¿es adecuado aplicar los términos "nación" o "nacionalismo" en los procesos históricos del Cercano Oriente antiguo?. Creemos que ambos términos deben ser discutidos, dado que los asirios adoptaron la modalidad de imponer el culto oficial en coexistencia con las religiones locales, y no adoptando una política de sustitución o desplazamientos de prácticas religiosas.
Los cultos asirios fueron instituidos en las capitales de provincia y practicados por las élites. Un claro indicio de esta variedad de creencias religiosas lo encontramos en el territorio del antiguo Israel donde a la religión tradicional se agregaron la de los pueblos deportados y la oficial de los dominadores asirios, en especial el culto al dios Assur:
"Pero cada nación hizo sus dioses, y los pusieron en los templos de los lugares altos que habían hecho los de Samaria, cada nación en su ciudad donde habitaba. Los de Babilonia hicieron a Sucot-benot, los de Cuta hicieron a Nergal, y los de Hamat hicieron a Asima"18. Es así que las relaciones entre la religión y la identificación nacional son complejas y opacas. Por último, los reyes asirios, al mencionar a los pueblos que sometían, utilizaban expresiones tales como "el tributo de Jehú hijo de Omri", "la casa de Omri", "el país de los medos", "los suteos que viven bajo las tiendas", "el país de Amurru".
Como ha afirmado Susana Murphy, los vocablos "nación" y "nacionalismo" son válidos para un período en particular, la época moderna, específicamente el siglo XVIII d.C. Además, hasta bien entrado el siglo XIX de nuestra era, el concepto de "nación", "país", o "patria nacional", como base de identidad y soberanía política, era desconocido para la mayoría de los habitantes del Cercano Oriente19. Por lo tanto, no son idóneos para aplicar a su historia.
Bibliografía consultada
- Cassin/Bottero/Vercoutter. Los Imperios del Antiguo Oriente, II. El fin del 2do. Milenio. Madrid, Siglo XXI, 1988.
- Fund Patron, A., Fuentes para la Cátedra de Historia Antigua I. Cátedra B. Facultad de Filosofía y Letras. Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, 1988.
- González-Wagner, C., El Próximo Oriente Antiguo 2, Madrid, Síntesis, 1993.
- Grayson, M.K., Assyrian Royal Inscriptions, 2 Vols. Wiesbaden, Harrassowitz, 1976.
- Klima, J., Sociedad y Cultura en la Antigua Mesopotamia. Madrid, Akal, 1989.
- Lewis, B., Las identidades múltiples de Oriente Medio. Madrid, Siglo XXI, 2000.
- Liverani, M., El Antiguo Oriente. Historia, sociedad y economía. Barcelona, Crítica, 1995.
-Prestige and Interest. International Relations in the Near East ca. 1600-1100 B.C., Padova, Sargon SRL, 1990.
- Mann, M. Las fuentes del poder social, I. Madrid, Alianza, 1991.
- Milevski, I. "El rey en los relieves neo-asirios: arte y propaganda", en Anuario 18. Escuela de Historia. Facultad de Humanidades y Artes. Universidad Nacional de Rosario. Rosario, 1999.
- Moran, W.L. Les lettres d´El-Amarna, correspondance diplomatique u pharaon, 1987 (Littératures anciennes du Proche-Orient, 13).
- Murphy, S., "Extranjería, etnicidad e identidad en el Imperio Asirio del primer milenio", en Murphy, S., El otro en la historia: el extranjero. Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 1995.
- Neumann-Parpola, "Climatic change and the eleventh-tenth century. Eclipse of Assyria and Babilonia", en JNES 46, 3 (1987), pp, 161-182.
- Oppenheim, L. "Ensayo sobre el comercio internacional en el 1er. Milenio a.C.", en Journal of Cuneiform Studies 21 (1967), pp. 236-254. Publicación N° 31, Universidad de Buenos Aires (UBA). Buenos Aires, 1981.
- Otzen,B., "Israel bajo los asirios", en LARSEN (ed.), Power and Propaganda, 1979. Publicación N° 5, Universidad de Buenos Aires (UBA), Buenos Aires.
- Polanyi, K. y otros. Comercio y Mercado en los Imperios Antiguos. Barcelona, Labor, 1976.
- Reade, J., "Ideology and Propaganda in Assyrian Art", en Larsen, M.T.(ed.), Power and Propaganda. A Symposium on Ancient Empires. Copenhagen Studies in Assyriologie. Copenhagen, 1979, pp. 329-343.
- Roux, G., Mesopotamia. Historia política, económica y cultural. Madrid, Akal, 1987.
- La Biblia de Jerusalem, Desclee du Brower.
1 González Wagner, C., El Próximo Oriente Antiguo. Vol.I. Madrid, Síntesis, 1993, p. 112.
2 -1363 -1328. Adoptamos la cronología propuesta por Liverani (Liverani, M., El Antiguo Oriente. Historia, sociedad y economía. Barcelona, Crítica, p. 469.
3 EA 16. (Moran, W., Les lettres d´El-Amarna, correspondance diplomatique u pharaon, LAPO 13, 1987).
4 Neuman y Parpola, "Climatic change and the eleventh-tenth century. Eclipse of Assyria and Babilonia", en JNES 46, 3 (1987), pp. 161-182.
5 -883 -859. (Liverani, op.cit., 617, 1995). Los anales de este monarca constituyen el texto histórico asirio más largo y también más detallado y esmerado.
6 -858 -824 (Ibidem, p. 617). 7 González Wagner, C., El Próximo Oriente Antiguo 2, Madrid, Síntesis, 1993, p.170. Las provincias estaban divididas en distritos dirigidos por funcionarios situados al frente de las ciudades.
8 Liverani, op. cit., 1995, pp. 605 ss.
9 "Protocolos de Reyes Asirios. I. Prisma de Assarhadón", Fuente Acadia N° 18, en Fuentes para la Cátedra de Historia Antigua I, Cátedra B, CEFYL, Buenos Aires, 1988 (Selección y Traducción de Ana Fund Patron, en Thompson, R.S., The Prism of Essarhaddon and Assurbanipal, Londres, 1931), pp. 63.
10 Murphy, S., "Extranjería, etnicidad e identidad en el Imperio Asirio del primer milenio", en Murphy, S., El otro en la historia: el extranjero, Facultad de Filosofía y Letras, Buenos Aires, 1995, pp. 111.
11 Los proyectos de colonización interna fueron una iniciativa real. Además se impulsa un sistema de carreteras construido para facilitar las operaciones policiales y la recaudación de impuestos y tributos para mantener al Estado. (Polanyi, K. y otros, Comercio y Mercado en los Imperios Antiguos. Barcelona, Labor, 1976, pp. 85 ss).
12 Es necesario aclarar que el término "propaganda" es utilizado como sinónimo de "una forma de difusión del poder".
13 Grayson, M.K., Assyrian Royal Inscriptions, 2 Vols. Wiesbaden, Harrassowitz, 1976.
14 Reade, J.E., "Ideology and Propaganda in Assyrian Art", en Larsen, M.T.(ed.), Power and Propaganda. A Symposium on Ancient Empires. Copenhagen Studies in Assyriologie. Copenhagen, 1979, pp. 329-343.
15 Milevski, I., "El rey en los relieves neo-asirios: arte y propaganda", en Anuario 18. Escuela de Historia. Facultad de Humanidades y Artes. Universidad Nacional de Rosario. Rosario, 1999, pp. 43-44.
16 Judá nunca se transforma en provincia, ni siquiera después de haber participado en varias rebeliones posteriores.
17 Mann, M., Las fuentes del poder social, I. Madrid, Alianza, 1991, p. 340.
18 2 Reyes XVII, 29-30.
19 Véase Lewis, B., Las identidades múltiples de Oriente Medio. Madrid, Siglo XXI, 2000.