Transoxiana 8 - Junio 2004 |
La literatura armenia inició su fase escrita a principios del siglo V. Como es natural, antecedió a la creación del alfabeto, pues han sobrevivido textos orales, entre otros, de carácter mítico y épico. Hacia 405, el monje Mesrop Mashtóts creó un alfabeto para afianzar la evangelización del país, iniciada una centuria antes --aunque ya existían comunidades desde el siglo I-- con la proclamación del cristianismo como religión de Estado en el período que va entre 301 (fecha tradicional) y 314.
Los textos orales supérstites han llegado hasta nuestros días merced a Movsés Jorenatsí, el Padre de la Historia Armenia y una de las figuras dominantes del llamado “Siglo de Oro” de la cultura nacional. La mayor información acerca de este autor proviene de los datos autobiográficos entresacados de su Historia de Armenia, probablemente pergeñada hacia 470-480. Discípulo de Mesrop Mashtóts, fue enviado a Alejandría, donde cursó estudios superiores y se familiarizó con la literatura helénica. A su regreso se dedicó a la labor literaria y consagró su nombre con la primera historia integral de Armenia desde los inicios hasta el año 440 d.C.
Historia de Armenia mantiene los trazos típicos de la historiografia griega, es decir, una teoría racional sobre la evolución de una comunidad; dos discursos culturales aúnan el tiempo “cíclico” de la historiografía clásica y el tiempo “lineal” de la crónica oriental (1). En sus tres partes principales (“Genealogía de la Armenia Mayor”, “Historia de los tiempos intermedios de nuestros ancestros” y “Conclusión de nuestra patria”) se advierte una progresión desde el caos original hacia el orden, para desembocar en una catástrofe --el fin de la monarquía y la muerte de los maestros del autor-- que, si bien no provoca el caos primigenio, es un retorno a la confusión y a la anarquía. El trabajo es a la vez un ensayo “arqueológico” en la medida en que está dedicado a conferir un logos, una razón y un orden al archeos (2).
Los fragmentos épicos y míticos conservados en la tradición oral y en textos perdidos deben anotarse en este contexto. Como ha dicho Georges Dumézil, “el pueblo de los mitógrafos no le perdonará jamás a Moisés de Korén (sic) haber citado tan poca cosa de los 'cantos' que aún estaban a su alcance. Hay que agradecerle por lo que salvó”(3). Entre ellos figura la narración de los orígenes de Armenia, enmarcada en una sucesión temporal que hemos dado en llamar “ciclo de los patriarcas” (nahapet), según la denominación del historiador.
La narración de los orígenes ha tenido como fuente básica el libro perdido de Mar Abas Katina --según Jorenatsí, de origen siríaco--, redactado en griego y siríaco, quien a su vez habría empleado una historia traducida del caldeo al griego por orden de Alejandro Magno, archivada en la biblioteca real de Nínive (4). La veracidad de esta afirmación ha sido frecuentemente cuestionada, aunque es posible que Mar Abás fuera un autor medo (arm. mar “medo”) que floreció en el siglo VI a.C., cuando el caldeo era idioma de uso internacional y la biblioteca de Nínive aún podía existir (5). Lo cierto es que el historiador toma como fuente esa obra y la corrobora con tradiciones orales llegadas hasta su época.
La otra fuente importante es un texto de autoría y fecha desconocidas, llegado a nuestros días en la forma de “introducción” a la Historia de Sebeós, autor del siglo VII. Consta de cuatro capítulos; suele llamarse Historia primitiva para diferenciarlo de la obra de Sebeós propiamente dicha, y su autor, Anónimo. Esta opinión ha sido rebatida con el argumento de que el estilo parece revelar una sola pluma. Por convención, haremos referencia a Sebeós como autor sin que esto implique tomar cartas en el asunto. La Historia primitiva declara basarse en la obra de Mar Abas Mëtzurnatsí, cuya relación con Mar Abas Katina no ha sido definida de manera concluyente. Tampoco se ha determinado a ciencia cierta cuál es el vínculo entre la Historia de Armenia y la Historia primitiva; ambas parecen depender de la misma fuente, pero no está claro si de forma independiente o por una transferencia de datos de una a otra.
La información de Movsés Jorenatsí se consideraba fidedigna hasta los inicios de la historiografía crítica. En el siglo XVIII, el padre Mikael Chamchián, autor de la primera historia integral de Armenia no crítica, llegó a compilar una cronología basada en ciertas fuentes, quizás en concordancia con la Biblia, y establecer la duración presunta de los gobiernos patriarcales (2107-2026, Hayk; 2026-1980, Aramaneak; 1980-1940, Aramaís; 1940-1908, Amasiá; 1908-1858, Gegham; 1858-1827, Harmá; 1827-1768, Aram; 1768-1743, Ará; 1743-1725, Kardós, etc.). En el siglo XIX tomó forma la subestimación sistemática y la negación del valor historiográfico de Movsés Jorenatsí. Este rechazo, que abarcó también la información autobiográfica, ha conllevado diversos ensayos para situarlo más allá del siglo V, hasta el IX. Estudios ulteriores y descubrimientos arqueológicos han atenuado su vigor, pero sus efectos se hacen sentir y el número de sus seguidores no es despreciable.
En esta primera parte haremos una presentación y traducción in extenso de todos los textos vinculados con las leyendas de origen. En la segunda parte, a publicarse en el siguiente número de Transoxiana, ofreceremos un comentario sobre los aspectos históricos y mitológicos de estas leyendas.
La narración bíblica del Diluvio Universal no requiere mención en detalle. La cuestión del monte del Arca también ha sido tratada. Un pasaje de Movsés Jorenatsí cuenta, a pesar de su apariencia, con un elemento extrabíblico:
Y el más perfecto entre ellos [los filósofos], Olimpiodoro de nombre, dijo así: “Les contaré esta narración llegada de tradición no escrita, que muchos entre los aldeanos cuentan hasta ahora. Hubo un libro acerca de Xixutres y sus hijos, que ahora no se encuentra en ninguna parte, y en el cual, se dice, el orden de las cosas era el siguiente.
Después de la navegación de Xixutres hacia Armenia y de que encontró tierra, uno de sus hijos llamado Sem partió, dice, hacia el noroeste para reconocer el país, y llegó a una pequeña planicie atravesada por un río, al pie de una montaña de base ancha por el lado de Asiria, se detuvo ante el río durante dos días lunares y por su nombre llamó Sim al monte, y luego volvió al sudeste, de donde había venido. Y el menor de sus hijos, de nombre Tarbán, con treinta hijos y quince hijas con sus maridos, se separó de su padre, se estableció en la ribera del mismo río y por su nombre el distrito se llamó Tarawn [Tarôn, Tarón], y el lugar donde habitaron, Tsërawnk‘ [Tsërônk‘, ‘Dispersión’], porque allí fue donde los hijos de Sem se habían comenzado a separar. Se cuenta también que este mismo Tarbán había permanecido algún tiempo en las fronteras del país de los bactrios y que uno de sus hijos se quedó allí. Porque en las regiones orientales llaman Zërván a Sem, y hasta hoy se llama Zarwand ese distrito”.
Pero, a menudo, los ancianos de la tribu de Aram [Aramazneayk’] rememoran estos acontecimientos en cantos festivos acompañados con cítara y con danzas. Que tales narraciones sean falsas o correspondan a hechos reales no nos preocupa (6).
Según la genealogía de Movsés Jorenatsí, Hayk era tataranieto de Noé: Jafet - Gamer - T'irás - T'orgom – Hayk. Cuando se produjo la dispersión y confusión de la humanidad tras el fracaso de la construcción de Babel, el tirano Bel aprovechó para alzarse con el poder.
Pero Hayk rehusó obedecerle; tras engendrar a su hijo Aramaneak en Babilonia, marchó hacia el norte, hacia el país de Ararad, junto con sus hijos, hijas y nietos, hombres fuertes en número de trescientos, así como otros --sirvientes nacidos en su casa o extranjeros que se habian puesto a su servicio-- y todos sus enseres domésticos. Marchó a establecerse al pie de un monte, en una planicie ya habitada por un pequeño número de hombres de aquéllos que se habían dispersado previamente. Hayk los redujo a su obediencia y allí erigió una morada, que dio en herencia a Kadmós, hijo de Aramaneak. Esto certifica las narraciones no escritas de las que hemos hablado en otra oportunidad.
“Y él, dice nuestro libro, con el resto siguió ruta hacia el noroeste, estableciéndose en una altiplanicie a la que denominó Hark‘, que quiere decir: ‘Aquí se han instalado los padres [hark'] de la raza y de la casa de T’orgom’. También construyó una aldea y la llamó por su nombre Haykashén. En este mismo lugar se menciona en nuestra historia que, hacia el sur de esta planicie, al pie de una montaña de gran base, se habían establecido hasta entonces un pequeño número de hombres que se sometieron voluntariamente al titán”. Esto también justifica las narraciones no escritas de las que hemos hablado (7).
La versión de Sebeós difiere en que siete generaciones habrían nacido en Babilonia y emigrado junto con Hayk. Esto ha sido racionalizado por Movsés Jorenatsí, quien posiblemente haya tratado de convertir los tiempos míticos de la narración en tiempos reales. Escribe Sebeós:
Este es Hayk, quien tuvo a su hijo Aramaneak en Babilonia. Y Aramaneak trajo al mundo numerosos hijos e hijas; el primogénito [fue] Aramaís. Y Aramaís trajo al mundo numerosos hijos e hijas; el primogénito [fue] Amasiá. Y Amasiá trajo al mundo numerosos hijos e hijas; el primogénito [fue] Gel’am. Y Gel’am trajo al mundo numerosos hijos e hijas; el primogénito [fue] Harmá. Y Harmá trajo al mundo numerosos hijos e hijas; el primogénito [fue] Aram. Y Aram trajo al mundo numerosos hijos e hijas; el primogénito [fue] Ará Gel’etsik.
Entonces estos son los nombres de los hijos primogénitos nacidos en Babilonia, que fueron hacia el norte, hacia el país de Ararad. Pues se marchó Hayk de Babilonia con su mujer e hijos y todo su linaje. Y se estableció en el país de Ararad, en la morada construida al pie del monte, que antes había construido Zërwán [=Sem] con su padre y hermanos (8).
Según Movsés Jorenatsí:
Continuando sus palabras, nuestro autor dice que cuando Bel el titán hubo establecido su señorío sobre todos, envió a uno de sus hijos junto con fieles hombres hacia el norte, ante Hayk, ordenándole venir y someterse para vivir en paz. “Tú habitas entre gélidos vientos --dice--; suaviza la helada frialdad de tu orgulloso carácter y, sometido a mí, vive tranquilamente en mi país dondequiera te plazca”. Hayk envió de regreso a los mensajeros de Bel con respuesta severa. El enviado retornó a Babilonia.
Entonces Bel el titán reunió sus tropas y con una multitud de infantes se dirigió al norte, al país de Ararad, cerca de la morada de Kadmós. Kadmós huyó a refugiarse junto a Hayk, enviando veloces correos por delante (9).
Por su parte, Sebeós afirma que Bel emprendió directamente la ofensiva:
Reunió tropas el rey Bel en Babilonia y marchó contra Hayk para matarlo.
Llegó al país de Ararad, a su morada paterna, construida al pie de la montaña; y Kadmós huyó donde su padre, para avisarle; y dijo: “El rey Bel viene contra ti y ha llegado hasta tu casa; he venido fugitivo con mi mujer e hijos”.
Tomó Hayk a Aramaniak y a su hijo Kadmós, y a los hijos de éste y a los hijos de sus siete hijas [de Hayk], varones colosales y pocos en número (10).
El enfrentamiento entre ambos colosos acaba con la muerte de Bel a manos de Hayk:
Y los gigantes de ambos bandos se lanzaron unos contra otros, provocando terrible estruendo en la Tierra e inspirando pánico mutuamente. No eran pocos los fornidos hombres de ambos bandos que se topaban con el filo de una espada y caían rodando, mientras la batalla permanecía indecisa. Situación tan tremenda e inesperada atemorizó al rey de los titanes, quien retrocedió y comenzó a escalar la colina de la que había descendido, pues pensaba refugiarse entre sus hombres hasta la llegada del grueso de sus guerreros. El arquero Hayk comprendió esto, se aproximó al monarca y tensó su arco de largo alcance, apuntando la flecha de punta triangular sobre la placa que cubría el pecho de aquél. El dardo atravesó su espalda y se clavó en el suelo; así cayó a tierra el orgulloso titán y expira. Y la hueste, tras contemplar esta hazaña, huyó sin orden ni rumbo. Sobre esto ya hemos hablado bastante (11).
La versión de Sebeós es más sobria y escueta:
Y se dirigió a atacar al rey Bel, pero nada pudo hacer frente a la multitud de gigantescos varones armados.
Allí enfrentó Hayk a Bel. Bel quiso apresarlo. Hayk retrocedió y huyó, y Bel fue tras él, completamente armado.
Hayk se detuvo y dijo: “¿Armado vienes tras de mí? Vuelve a tu sitio antes de que mueras hoy de mi mano, pues mi dardo no yerra”. Contestó Bel y dijo: “Que no sea que por esto caigas en manos de mis valientes y mueras; ven a mí y vive en paz en mi casa, poniendo en actividad a mis valientes cazadores”.
Hayk le respondió y dijo: “¡Perro eres tú y de la raza de los perros, tú y tu pueblo! Y por eso hoy descargaré mi carcaj sobre ti”. El monarca titán estaba completamente armado y tenía confianza en su fuerte armadura.
Y el jafétida Hayk se acercó; tenía en su mano el arco, como fuerte vara de madera de pino. Hayk se detuvo y se preparó a dispararle con su arco.
Puso el carcaj en el suelo y colocó una flecha en el gigantesco arco; lo tensó hasta el máximo y golpeó con fuerza la coraza de hierro; la flecha atravesó el escudo de cobre, traspasó su carne y se clavó en el piso. Se derrumbó el gigante que se creía dios y sus tropas huyeron. Y ellos las persiguieron y les arrebataron sus tropillas de mulas, caballos y camellos (12).
Movsés Jorenatsí cierra su narración con una serie de leyendas etiológicas:
Pero en el lugar de la batalla fundó un dominio en memoria de la victoria y lo llamó Hayk' a causa de su victoria en el combate. Por esta causa, hasta el presente el distrito se llama Hayóts dzor [“Valle de los armenios”]. En cuanto a la colina donde cayó Bel con sus valientes guerreros, Hayk la llamó Gerezmank' [“Cementerios”], que ahora pronuncian Gerezmanakk'. Tras haber embalsamado el cadáver de Bel, dice nuestro autor, Hayk ordenó transportarlo a Hayk' y enterrarlo en una altura a la vista de su mujer e hijos. Y nuestro país se denomina Hayk' por el nombre de nuestro antepasado Hayk (13).
El historiador georgiano Leondi Mroveli (siglo XI) menciona una tercera versión. Tras la dispersión del género humano, Targamos (T'orgom), bisnieto de Noé, se instala en la zona entre los mares Negro y Caspio, el Cáucaso y el monte Ararad (sic), y divide sus tierras y su linaje entre sus ocho hijos. Al mayor, Haos (Hayk), le corresponde el territorio paterno en su totalidad. Los otros siete (Kartlos, Bardos, Movagán, Heros, Egros, Legán y Gavgas, héroes epónimos de los pueblos del Cáucaso), vasallos del mayor, se reparten la región al norte del Cáucaso. Todos son siervos del gigante Nebrot, rey del mundo, contra quien se rebelan por iniciativa de Haos. Se atrincheran en el monte Masís (Ararat) y aniquilan un ejército enviado por el monarca. Nebrot encabeza una segunda campaña y Haos lo mata de un flechazo (14).aos
La equivalencia entre Bel y Nebrot pertenece a Movsés Jorenatsí. El escenario de la batalla es el monte Ararat en lugar de la zona adyacente al monte Ararad, en el sur. La existencia de una versión árabe que también habla de los hermanos de Hayk muestra que la fuente de Leonti Mroveli no era literaria (Movsés Jorenatsí), sino oral (15).
Según una narración recopilada en el siglo XIX, el rey Nemrud conquistó numerosos países y llegó a Armenia pretendiendo que se lo reconociera como Dios. Construyó un palacio en la cima del volcán extinguido que lleva su nombre, desde cuyo techo disparó una flecha dirigida contra Dios. Pero la saeta tocó el pescado recién extraído del lago Van que Dios tenía en la mano; en el mismo instante, un rayo hirió a Nemrud, quien cayó con su palacio en el abismo abierto en la montaña (el cráter del volcán), de la cual fluye el agua (16).
Desde el ángulo sur del volcán Nemrud se ve una larga hilera de peñascos que los aldeanos llamaban “Piedras de Camello”, pues sostenían que eran los camellos petrificados por Dios que transportaban arena para la construcción del palacio desde la ribera del lago:
Bel era un rey idólatra y se dirigió con grandes tropas sobre el país del rey armenio para luchar. El rey armenio mató a Bel por la mano de Dios y lo llevó a la cima del Nemrud; cavó allí, construyó un horno de pan, lo colgó dentro y le prendió fuego. Por orden de Dios, el fuego se convirtió en agua y sus cenizas quedaron sepultadas bajo la tierra, para que el viento no se llevara su polvo. Los hombres de Bel y sus camellos quedaron petrificados de terror... (17)
Jorenatsí continúa su narración de la siguiente manera:
(...) Después de esto, dice [Mar Abas], Hayk retorna a su morada; obsequia a su nieto Kadmos buena parte del botín y le cede hombres ilustres [entre los hijos de los servidores nacidos] de su casa. Le ordena habitar en su primera residencia y parte para establecerse en la planicie llamada Hark'. Tras vivir años, engendró a Aramaneak en Babilonia, como dijimos antes; después de lo cual vivió no pocos años más y murió, confiando todo su clan a su hijo Aramaneak.
Este deja a dos de sus hermanos, Jor y Manawaz, con todos sus familiares, en el lugar llamado Hark', como así también a Baz, hijo de Manawaz. Entre ellos, Manawaz hereda Hark' y su hijo Baz se queda con la orilla noroeste del lago Al'í, y da su nombre a la provincia y al lago. Dicen que de éstos provienen las casas dinásticas Manawazián y Bëznuní, y también la llamada Orduní, las cuales, se dice, desaparecieron de este lugar después de la época del santo Terdat, exterminándose mutuamente en batalla. En cuanto a Jor, se multiplica en las comarcas del norte donde funda poblados; se dice que de él proviene la gran familia dinástica de los Jorjoruní, hombres valientes y renombrados, como aquéllos que se distinguen aún hoy en nuestra época.
Pero Aramaneak se encamina con toda su gente hacia el noreste y desciende hacia una planicie profundamente encajonada por altas cumbres y atravesada desde el oeste por un susurrante río. (...) Pero el monte meridional, elevando su cumbre blanca bañada por el sol, ha surgido directamente del suelo y, como ha dicho uno de nosotros, está rodeado por tierras de tres dias de camino a paso de hombre con buena cintura. Elevándose poco a poco en un pico puntiagudo, es realmente una montaña anciana entre los picos rejuvenecidos. Establecido en esta hondonada, Aramaniak puebla parte del norte del llano y la correspondiente ladera de la montaña. Da a la montaña un nombre parecido al suyo, Aragatz, y llama al territorio Aragatzótn [“Pie del Aragatz”].
Mas dice algo asombroso el historiador: en muchos lugares vivían dispersos unos pocos hombres antes de la llegada de nuestro auténtico antepasado Hayk.
Tras vivir años, Aramaneak procrea a Aramaís; posteriormente vivió bastante tiempo más y murió. Su hijo Aramaís construye su morada en una colina al borde del río y por su nombre la denomina Armawir; por el nombre de su nieto Erast, denomina Erasj [Arax] al río. Envía a su voraz hijo Shará, prolífico en descendencia, con toda su familia hacia una llanura cercana y fértil, donde fluye abundante el agua, al norte, detrás de la montaña llamada Aragatz; dicen que por su nombre la provincia se llamó Shirak. Así, parece corroborarse el proverbio utilizado por los aldeanos: “Tú tienes el vientre de Shará, mas nosotros no tenemos los graneros de Shirak”. Tras vivir años, este Aramaís engendra a su hijo Amasiá, después de lo cual murió, tras vivir varios años más.
Habitando en Armawir, años después Amasiá procrea a Gel'am y, más tarde, al bravo Paroj y a Tsolak. Tras haberlos engendrado, cruza el río y se aproxima a la montaña meridional (...). Por su nombre, Amasiá llama Masís a la montaña y, retornando a Armawir, vivió poco tiempo y murió.
Años después, Gel'am procrea a Harmá en Armawir; deja a Harmá viviendo en Armawir con sus hijos, y él se va más allá del otro monte en el noreste, a orillas de un lago. Edifica en la ribera del lago, deja allí pobladores y denomina Gel' al monte, y Gel'ark'uní a las construcciones, como también se llama el lago [Sewán]. Allí engendra a su hijo Sisak, un arquero gallardo y fornido, esbelto, elocuente y bello. Le entrega la mayor parte de sus propiedades y muchos hombres como sirvientes, y fija la frontera de su herencia desde el lago hacia el este hasta un campo donde el Erasj, cortando los abruptos montes, pasa por largos y estrechos valles para volcarse con terrible estrépito en el campo. Sisak se establece aquí, cubre de construcciones el territorio de su residencia y el país se llama Siwnik' por su nombre, pero los persas lo llaman más correctamente Sisakán. (...).
Mientras tanto, Gel'am vuelve al citado llano y al pie del mismo monte, construye un dominio rural en un valle resguardado y lo llama Gel'amí, pero luego, por el nombre de su nieto Garnik, se llamó Garní. (...) Este Gel'am, como hemos dicho, tras vivir años engendra a Harmá, después de lo cual vivió más años y murió. Y ordena a su hijo Harmá que viva en Armawir.
Este es Hayk, ancestro del pueblo armenio, hijo de T'orgom, hijo de Tirás, hijo de Gamer, hijo de Jafet; y estos son sus linajes y sus descendientes, y el país que habitaron. Posteriormente, dice, comenzaron a multiplicarse y a poblar el país.
Harmá, años después, procreó a Aram en Armawir (18).
Sebeós es mucho más sintético, como en el caso de Hayk y Bel, y dice lo siguiente:
Y Hayk volvió a su lugar, y gobernó Hayk el país de Ararad; y vivió allí con su linaje hasta ahora. En el momento de su muerte entregó su dominio en herencia a su nieto Kadmós, hijo de Aramaneak y hermano de Harmá (19).
Y a Aramaneak le ordenó ir al norte, donde él mismo había sido el primero en establecerse. Y tras la muerte de Hayk, tomó Aramaneak a sus hijos, a sus hijas y a sus esposos, y a sus siete hermanas y a sus esposos, a los hijos e hijas de éstos, y a todo su linaje. Y marchó a habitar en la provincia primitiva, que por el nombre de sus padres llamaron Hark'.
Luego Aramaneak fue más al norte y descendió hacia una profunda planicie entre altas montañas, atravesada por un río de rápida corriente; lo cruzó Aramaneak y habitó allí, y embelleció ese país montañoso y pedregoso como dominio suyo.
Después de Aramaneak, su hijo Aramaís construyó su morada sobre la ribera del río y la denominó Aramaír [sic]. Y sus hijos comenzaron a multiplicarse y a llenar el país.
Y construyeron provincias; también murió Aramaís y dominó el país su hijo Amasiá. Y después, su hijo Gel'am. Murió Gel'am y gobernó su hijo Harmá, y luego su hijo Aram (20).
Nuestra única fuente para la continuación es Movsés Jorenatsí:
Se dice de Aram que realizó múltiples proezas en el transcurso de victoriosas guerras y extendió las fronteras de Armenia en todas direcciones. Todas las naciones conocen a Armenia por su nombre, Armén para los griegos, y Armni para los persas y siríacos (21).(...)
Era un hombre laborioso y patriota, como lo muestra el mismo historiador, que prefería morir por la patria antes que ver cómo los hijos de extraños pisoteaban las fronteras de su patria y los extranjeros dominaban a las gentes de su estirpe.
Algunos años antes de que Nino gobernara sobre Asiria y Nínive, este Aram, muy presionado por las naciones vecinas, reunió una hueste de valerosos arqueros, cerca de cincuenta mil hombres, diestros lanceros, fornidos jóvenes, de manos ágiles, bravos y sabios en la batalla. En los confines de Armenia se topó con los jóvenes medos, a quienes lideraba un tal Niwk'ar, llamado Madés, hombre orgulloso y belicoso, como lo indica el mismo historiador, que, arribando en tren de saqueo como hunos heftalitas, pisoteó las fronteras de Armenia con los cascos [de los caballos] y durante dos años la sometió. Aram lo atacó de improviso antes del amanecer, aniquiló a su numerosa tropa y capturó al mismo Niwk'ar, que se llamaba a sí mismo Madés. Lo llevó a Armawir y ordenó que lo expusieran en la cima de la torre de la muralla, hundiendo una cuña de hierro en su frente, a la vista de los transeúntes y de todos quienes vinieran, e hizo tributario a su país hasta el monte llamado Zarasp hasta el reinado de Nino sobre Asiria y Nínive.
Y Nino, reinando en Nínive, mantenía la memoria de la venganza de su ancestro Bel, de quien había oído hablar a través de las historias, y durante largos años planeó vengarse, a la espera del momento favorable para exterminar a toda la progenie engendrada por los descendientes del valiente Hayk. Pero ante el temor de que semejante empresa pudiera ser causa de la pérdida de su reino, ocultó sus malvadas intenciones; ordenó [a Aram] que gobernara sin temores y le dio permiso para portar diadema de perlas y llamarse su segundo.
(...) Este mismo Aram, una vez finalizada su guerra con los orientales, marchó con la misma fuerza hacia los asirios; allí encontró a otro personaje, Barsham, de la raza de los gigantes, que saqueaba su país con cuarenta mil infantes armados y cinco mil jinetes; su violenta opresión junto con sus enormes impuestos estaban convirtiendo las inmediaciones en desierto. Aram chocó en batalla con él y lo persiguió a través de Korduk' hasta la llanura de Asiria, exterminando a muchos; y Barsham también se topó con sus hombres de armas y fue muerto. Durante largo tiempo, los sirios adoraron a este Barsham, divinizado a causa de sus múltiples obras de valor. Y Aram mantuvo la mayor parte de los llanos de Asiria como tributaria durante largo tiempo.
Aún tenemos que narrar las obras de valor que éste cumplió en el oeste contra los Titánidas. Dirigiéndose hacia el oeste contra el primer [adversario (22)] con cuarenta mil infantes y dos mil jinetes, llegó hasta Capadocia, al lugar que hoy llaman Cesárea. Al conquistar a las naciones orientales y meridionales y confiarlas a estas dos tribus --el oriente a los Sisakián y las regiones de Asiria a los sucesores del linaje de Kadmós-- ya no tenía motivos para temer problemas; entonces, permaneció largo tiempo en el oeste, donde salió a enfrentarlo el titánida Payapis K'aal‘iá, quien ocupaba la superficie entre los dos grandes mares, es decir, el Ponto y el Océano [mar Mediterráneo]. [Aram] lo atacó y lo puso en fuga, expulsándolo hacia una isla en el mar Asiático [Mediterráneo]. Dejó allí a cargo del país a uno de su propio linaje, un tal Mëshak, le dio diez mil hombres y volvió a Armenia.
Pero ordenó a los pobladores de la región aprender el idioma y la lengua armenia; por esa causa hasta hoy los griegos denominan ese área Prote Armenian, que se traduce por Primer Hayk’. Y aquel dominio rural que el gobernador Mëshak construyó, llamó por su nombre y rodeó con una pequeña muralla, los viejos habitantes de esa región lo llamaron Mazhak‘, como si no pudieran pronunciar correctamente; hasta que después otros la ampliaron y la llamaron Cesárea.
(...) Este Aram tras vivir años engendró a Ará, tras lo cual vivió muchos años más y murió (23).
La narración de Ará Gel‘etsik (“el Hermoso”) y Semíramis (Shamiram, en armenio) está profusamente documentada en fuentes armenias y no armenias, y ha llegado hasta nuestros a través de la onomástica y el folklore. Movsés Jorenatsí relata lo siguiente:
Pocos años antes de la muerte de Nino, Ará obtuvo el gobierno de su patria, haciéndose merecedor de favores similares a los de su padre Aram. Pero esa impura y lúbrica Shamiram, que había oído de la belleza de Ará desde hacía largo tiempo, ardía por verlo, pero no se atrevía a hacer nada de manera abierta.Y después de la muerte de Nino o, mejor dicho, de su huida hacia Creta, como estoy convencido, Shamiram reveló su pasión sin freno y envió a Ará Gel‘etsik mensajeros con regalos y presentes, y con múltiples súplicas y promesas de obsequios, le rogó ir a Nínive a su lado, ya sea para tomarla como esposa para reinar sobre todos, o para satisfacer su deseo y volver en paz con grandes regalos a su país.
Tras numerosas idas y venidas de los embajadores, Ará no se avino; entonces Shamiram montó en terrible cólera, cesó los mensajes, reunió sus huestes y marchó a toda prisa contra el país de los armenios, pero por lo que podía deducirse de su rostro, se apresuraba no tanto para matarlo o derrotarlo, sino para conquistarlo o tenerlo en sus manos, a fin de saciar su deseo. Porque, en la locura de su deseo, sólo escuchar lo que se contaba de él la abrasaba de un amor perdido, como si lo hubiera estado viendo. Llegó rápidamente a la llanura de Ará, que por su nombre se llamó Ayrarat. En el momento de la batalla, encomendó a sus comandantes que, si la oportunidad se presentaba, trataran de conservar vivo a Ará. Pero durante la lucha la tropa de Ará fue aniquilada y Ará cayó muerto en la refriega a manos de los valientes de Shamiram. Después de la victoria, la dama envió saqueadores de cadáveres al lugar de la batalla para que buscaran a su amado entre los cuerpos. Hallaron a Ará entre los valientes muertos. Ordenó que lo colocaran en la terraza de su palacio.
Cuando la tropa armenia se preparaba nuevamente a guerrear contra la reina Shamiram para vengar la muerte de Ará, [ella] dijo: “He ordenado a mis dioses que laman sus heridas y él resucitará”. Al mismo tiempo tenía la esperanza de revivir a Ará con magia brujeril, enloquecida por el deseo lujurioso. Pero cuando el cadáver comenzó a corromperse, ordenó arrojarlo en una gran fosa y taparlo; disfrazó a uno de sus amantes e hizo difundir la siguiente noticia: “Lamiendo y reviviendo a Ará, los dioses cumplieron nuestro deseo, por lo que de ahora en más ellos son más dignos de ser adorados y glorificados por nosotros, por habernos complacido y cumplido nuestra voluntad”. También erigió una nueva estatua en nombre de los dioses y la honró con grandes sacrificios, para mostrar que este poder de los dioses había revivido a Ará. Al difundir tales noticias en la tierra armenia y convencer a todos, calmó los ánimos.
Es suficiente recordar brevemente esto acerca de Ará. Tras vivir años, engendró a Kardós (24).
En los capítulos siguientes relata las construcciones de Shamiram en el sur de Armenia --una ciudad, un acueducto, una residencia cavada en la roca, inscripciones cuneiformes-- y los últimos acontecimientos de su vida. Y continúa:
Entonces, tras la muerte de Shamiram, que se produjo a manos de su hijo Zameses, que es el mismo Ninuas, nacido tras la muerte de Ará, sepamos que el orden de la historia es verdaderamente el que sigue. Tras matar a su lujuriosa madre, Ninuas reinó y vivió pacíficamente. En esta época acabaron los días de Abraham.
(...) En vida, Shamiram, en recuerdo de la pasión que sentía por Ará Gel'etsik, llamó Ará al hijo de su amado nacido de su amada esposa Nuard, que era un niño de doce años a la muerte de Ará. Lo designó gobernador de nuestro país, confiando plenamente en él; y dicen que murió guerreando contra Shamiram.
Pero [Mar Abás] continúa así la historia: Ará, hijo de Ará, muere en guerra con Shamiram, dejando un hijo varón, Anushawán Sosanëver, muy fuerte en la acción y muy inteligente en la palabra. Había sido consagrado al culto de los cipreses (sôs) de Aramaneak en la ciudad de Armawir. Durante largo tiempo acostumbraban a hacer vaticinios en nuestra tierra armenia a partir de los movimientos suaves o fuertes de sus hojas, según la fuerza y la dirección del viento.
Durante bastante tiempo este Anushawán sufrió desprecio por parte de Zameses y languideció en la corte; luego, con la ayuda de amigos, obtuvo parte de nuestro país para gobernarlo como tributario, y luego todo el país (25).
Por su parte, Sebeós ha transmitido el siguiente texto:
Y Shamiram, esposa de Nino, monarca de los asirios, cuando oyó acerca de la belleza de Ará quiso tenerlo como amigo, para que cumpliera su voluntad con prostitución, porque la fama de su belleza la había inflamado de terrible lujuria. Pues ningún varón de bello rostro como él se encontraba en aquellos días; le envió mensajeros con presentes y lo invitó a su lado, en Nínive. Y Ará no aceptó sus regalos ni se comprometió a ir a Nínive, junto a Shamiram; tomó entonces sus tropas Shamiram y lo atacó en Armenia. Llegó a la llanura de Ará y guerreó contra él, golpeó a la tropa y mató a Ará en la guerra.
Shamiram ordenó llevar su cadáver a la terraza de su palacio y dijo: “Diré a los dioses que laman sus heridas y revivirá”.
Y cuando se corrompió su cadáver en la terraza, ordenó arrojarlo en secreto a una fosa y cubrirlo. Vistió adecuadamente a uno de sus amantes e hizo correr la noticia de que los dioses habían lamido y revivido a Ará. Lo mantuvo oculto y a ninguno de los conocidos lo mostró; así, la reina Shamiram hizo la fama de los aralez (26).
Entonces Shamiram dominó sobre el país de Armenia, tras lo cual los reyes de Asiria gobernaron hasta la muerte de Senek'erim [Senaquerib]; luego [los armenios] se rebelaron ante la dominación de los reyes asirios (27).
Tovmá Artzruní, en el siglo X, conserva una tradición de la zona de Van que complementa la información sobre la resurrección de Ará:
(...) Acampó más allá de Vantosp, en un lugar pedregoso y profundo entre dos colinas, que mira al campo de Suelta de Caballos [Erivaráts arkúm], sobre la aldea de Lezk', donde cuentan muy bellamente sobre la cicatrización de las heridas de los bellos guerreros muertos por los soldados de Shamiram (28).
El historiador árabe Masudi, en el mismo siglo, ha registrado una narración original de la historia de Ará y Shamiram posiblemente recogida en la zona del lago Van:
Luego el pueblo de Ninaua [Nínive] convirtió en su gobernante a una mujer a la que llamaban Samiram. Esta reinó cuarenta años peleando contra los reyes de Mausil [Mosul] y dominó desde la ribera del Tidjla [Tigris] hasta el país de Armenia y desde Azarbaidján [Atropatena] hasta la frontera de Djazira [Mesopotamia] y los montes Djudi y Titel hasta el país de Zauazan [Andzevatzik'] y otras partes de Armenia.
Y el pueblo de Ninaua es aquél al que hemos llamado Nabt y Siriani. Su origen y lengua son los mismos. La lengua de los Nabt difiere en unas cuantas letras, y [en general] es la misma habla.
Después de esta mujer reinó Arsis, de quien dicen que era su hijo. Esto reinó aproximadamente cuarenta años. En su época invadieron los reyes de los armenios, quienes luchaban con fortuna cambiante. Estos vencieron al pueblo de Nínive y hubieron guerras entre el pueblo de Armenia y los reyes de Mosul.
Se dice que éste fue el último rey de Nínive. Se dice que después de él reinaron veinte personas y pagaban tributo al rey de los armenios (29).
(1) Giusto Traina, Il complesso di Trimalcione. Movses Xorenac‘i e le origini dei pensiero storico armeno, Venecia, 1991, p. 42.
(2) Krikor Beledián, “Construcción y escritura del origen en la Historia de Movsés Jorenatsí” (en armenio), Bazmavep (Venecia), 1-4, 1992, p. 130-136.
(3) Georges Dumézil, El destino del guerrero, México, 1971, p. 155.
(4) Movsés Jorenatsí, Historia de los armenios, edición crítica en armenio clásico de M. Abeghián y S. Harutiunián con apostillas de A. Sargisián, Ereván, 1991, p. 29-31.
(5) Murad Ohanián, “El origen de la fuente de Mar Abás y la ‘Historia de los armenios’ de Movsés Jorenatsí” (en armenio), Patma-banasirakán handés (Ereván), 1-2, 1996, p. 306.
(6) Movsés, Historia, p. 26-27.
(7) Idem, p. 33.
(8) Sebeós, Historia de Heraclio, edición en armenio clásico de Kerovpé Patkanián, San Petersburgo, 1879, p. 2.
(9) Movsés, Historia, p. 34.
(10) Sebeós, Historia, p. 3.
(11) Movsés, Historia, p. 36-37.
(12) Sebeós, Historia, p. 3-4.
(13) Movsés, Historia, p. 37. En esta zona se registran nombres de aldeas: Belú, en la ladera sur del monte Kaputkogh, al sur del lago Van, donde se habría enterrado el cadáver de Bel; Astuatzashén, al sur de Jek, en Hayóts dzor, donde Dios (Astuatz) se le habría aparecido a Hayk antes de la batalla; Hayk al pie del monte Kelishin, ya en territorio iranio (Ghevont Alishán, Recuerdos de la patria de los armenios [en armenio], Venecia, 1920, p. 93-95); Haykavank', al este de la ciudadela de Van, donde Hayk habría enterrado sus enseres más pesados antes de marchar al combate, etc. Haykashén no ha sido localizado; la identificación con Haykaberd (Karekín Servantzdiánts, Obras [en armenio], vol. I, Ereván, 1978, 79; Simón Hemayakián, “La leyenda acerca del patriarca Hayk y la ciudad de Kipsha en los montes de Nibur”, Patma-banasirakán handés [Ereván], 1, 1992, p. 125) es incorrecta, pues esta fortaleza (actual Çavuštepe) está al sudeste del lago Van, en Hayóts dzor.
(14) Cf. A. G. Abrahamián y P. Hovhannisián (eds.), Crestomatía de la historia del pueblo armenio, vol. I, Ereván, 1981, p. 112-114.
(15) Aram Ter Ghevondián, “La variante árabe de la narración del origen de los armenios” (en armenio), Banber Erevaní hamalësaraní [Ereván], 1, 1971, p. 163.
(16) Grigor Ghapantsián, El culto de Ará Gel’etsik (en armenio), Ereván, 1945, p.16.
(17) Karekín Servantzdiánts, p. 50.
(18) Movsés, Historia, p. 37-42.
(19) Es un error del copista; debe corregirse por “Aramaís”.
(20) Sebeós, Historia, p. 4-5.
(21) La grafía Armni, que aparece en algunos manuscritos, es más coincidente con los términos persa y siríaco (cf. Levón Shahinián, Libro desde la profundidad de los siglos [en armenio], Ereván, 1984, p. 48). Las traducciones al armenio moderno, francés e inglés escriben Armenik, según el texto canónico de 1913 (Movsés, Historia, p. 42; cf. Movsés Jorenatsí, Historia de los armenios, traducción al armenio moderno de Stepanós Maljasiánts, Ereván, 1981, p. 116; Moise de Khorène, Histoire de l’Arménie, traducción al francés de Annie y Jean-Pierre Mahé, París, 1991, p. 126; Moses Khorenats’i, History of the Armenians, traducción al inglés y comentario de Robert Thomson, Cambridge-London, 1980, p. 92).
(22) Pace Mahé (Moise, Histoire, p. 128); las versiones de Maljasiánts y de Thomson son menos probables (Movsés, Historia, p. 118; Moses, History, p. 94).
(23) Movsés, Historia, p. 42-47. Diodoro de Sicilia ha conservado la siguiente referencia acerca de Nino: “Luego, al invadir Armenia con grandes fuerzas y asolar algunas de sus ciudades, infundió el terror entre sus habitantes; por lo tanto, su rey Barzanes, al darse cuenta de que no estaba en condiciones de enfrentarlo en batalla, salió a su encuentro con numerosos presentes y anunció que obedecería todas sus órdenes. Pero Nino lo trató con gran magnanimidad y acordó que no sólo continuaría gobernando Armenia, sino que también, como amigo, enviaría tropas y medios para el ejército asirio” (Diodor of Sicily, traducción de C. G. Oldfather, Londres, 1933, p. 351-353).
(24) Movsés, Historia, 1991, p. 48-50.
(25) Idem, p. 57, 63-64. Para “ciprés”, cf. la traducción de Historia de Alejandro, de Seudo-Calístenes, realizada por el propio Movsés Jorenatsí (Hasmik Simonián, “Acerca de una fuente de la ‘Historia de los armenios’ de Movsés Jorenatsí”, Patma-banasirakán handés [Ereván], 2, 1991, p. 100). Traducido como “álamo” o “plátano” (Moses, History, p. 107; Moise, Histoire, p. 138).
(26) O arlez, divinidades con aspecto de perros que, según la creencia popular, revivían a los muertos. La etimología popular es “lamedor (lez) de Ará”; es posible que aral o arl sea un verbo con el significado de “revivir”, y ez, un sufijo sustantivo (Ghapantsián, El culto, p. 30-31).
(27) Sebeós, Historia, p. 4-5.
(28) Tovmá 1985. 334. La expresión subrayada en el original es zawratsn gel'etsik, que ha sido corregida por zArayn gel'etsik (“Ará Gel'etsik”) (cf. Manuk Abeghián, Obras [en armenio], vol. VIII, Ereván, 1985, p. 248-249).
(29) Citado por Aram Ter Ghevondián, “Un eco de la leyenda 'Ará y Shamiram' en el historiador árabe Masudi”), Patma-banasirakán handés, 4, 1965, p. 250.