Transoxiana 3 - Noviembre 2001 |
LA CULTURA DE KURA-ARAX
LA COPA DE PLATA DE KARASHAMB
LOS HURRITAS
EL ARMENIO Y EL HURRITA
Durante la segunda mitad del IV milenio a.C. la vasta zona comprendida entre el Cáucaso, el trans-Eufrates superior y el lago Urmia comenzó a manifestar un estado cultural de uniformidad que se mantendría por más de un milenio. Esto ha sugerido una unidad étnica que los materiales prehistóricos, por su naturaleza intrínseca, se revelan insuficientes para demostrar.
La bibliografía de la antigua Unión Soviética suele llamarla "cultura de Kura-Arax", a la par de otros nombres. Esta diversidad terminológica también se nota en la literatura occidental. El arqueólogo inglés Charles Burney ha acuñado "cultura transcaucásica temprana" (Early Transcaucasian Culture) como abreviatura de "cultura transcaucásica y anatólica oriental temprana".
Los límites de su expansión llegan por el noreste hasta más allá del Gran Cáucaso, en Chechenia y el norte de Daguestán, donde los sitios arqueológicos parecen ser posteriores a los de Subcaucasia (*). La frontera este es una línea desde el centro de Daguestán (Kayakent), a través de Najicheván (Kültepe), hasta la orilla occidental del lago Urmia (Göytepe). El área también abarca la Subcaucasia central -aparente núcleo de irradiación-, la región del lago Van y las fuentes del Tigris. El extremo oeste parecen formarlo Karaz, cerca de Erzerum, y algunos parajes en las fuentes del Kizil-Irmak (Halys). Esta cultura también penetró en el este y sudoeste de Georgia, Osetia meridional y, quizás, Osetia septentrional (1) . Se caracteriza por un incremento en la densidad de población y en el número de grandes poblados; establecimiento de poblaciones en las riberas altas de los ríos y en las laderas de las montañas; multiplicación de casas redondas, además de las rectangulares; aparición, hacia el fin del período, de grandes cámaras mortuorias coronadas por enormes túmulos; aumento en el uso de granos de cereal; cosecha con hoces de metal; desarrollo de la viticultura; uso de transporte rodado, caballos y mulas (2) .
A fines del III milenio a.C. se produjeron importantes cambios en el Cercano Oriente. La cerámica pulida -sobre todo negra, pero también en tonos suaves-, difundida en centros del Medio Oriente como Cilicia (Mersín), Siria del norte (Amuq II y I), Palestina (Khirbet-Kerak, Beth-Shan, Tabara-el Akrad), Irán noroccidental (Göytepe, Yaniktepe), etc., ha recibido el nombre genérico de "cerámica de Khirbet-Kerak". Se advierten horizontes totalmente similares a los de la meseta de Armenia o sus elementos característicos (3).
Burney ha correlacionado esta cultura con la presencia de los hurritas, sugerida en Kizzuwatna (la Cilicia clásica) hacia 2100, cuando se produjo la introducción de una cerámica pintada completamente diferente de los productos del Bronce Temprano III y con afinidades manifiestas con la cerámica de Siria septentrional. Esa cerámica pintada pudo derivarse de la región de Elazig-Malatiá (tercera fase de la "cultura transcaucásica temprana" o "cultura de Kura-Arax"). Su aparición en Cilicia -donde habría población indoeuropea (luvita) proveniente de Anatolia noroccidental hacia 2300- y en Siria -área de expansión semita muy anterior- se conecta con los nombres personales de Tell Chagar Bazar (río Habur), que datan de la época acadia (ca. 2200) (4).
Según el orientalista ruso Igor Diakonoff, la identificación de Khirbet-Kerak y Kura-Arax ha sido desestimada, y la ecuación mecánica de las áreas de Kura-Arax y de los hurritas es una simplificaciónv inaceptable: "Los establecimientos hurritas de Mesopotamia septentrional y de las áreas más allá del Tigris no han entregado hasta la fecha ninguna reliquia de la cultura de Kura-Arax. Por otro lado, no tenemos fundamentos para asumir que, por ejemplo, los ancestros de los chechenes o de los daguestaníes septentrionales fueran hablantes de las lenguas hurro-urartianas -a pesar del posible parentesco entre sus lenguas y el hurro-urartiano-, incluso aunque su territorio fuera incluido en el área Kura-Arax -en el sentido más amplio del concepto-" (5) .
Por su parte, el orientalista alemán Gernot Wilhelm también ha rechazado la identificación de Khirbet-Kerak sobre bases cronológicas: la cerámica precede en varios siglos a la primera evidencia documentada de los hurritas, cuya presencia en Siria está atestiguada en los siglos XIX-XVIII a.C. No obstante, acepta que la distribución de esa cerámica podría indicar movimientos similares a los hurritas, en los que quizás estuvieran involucrados los protohurritas (6).
Estas observaciones replantean el riesgo de identificar una cultura con una etnia determinada y dejan espacio para suponer, como es natural, que una cultura puede asociarse con una o más etnias. Diakonoff había admitido, con justeza, que "las culturas arqueológicas, distinguidas fundamentalmente sobre la base de tipos cambiantes de cerámica y otros artefactos, están condicionadas en su composición por un gran número de factores locales concretos, no siempre étnicos, y no pueden equipararse de manera simple con las unidades de clasificación étnica" (7) .
Sobre esta base, el orientalista georgiano Tamaz Gamkrelidze y el lingüista ruso Viacheslav Ivanov han sugerido que la cultura de Kura-Arax incluyó distintos grupos étnicos que crearon una cultura material similar con diferencias locales -por ejemplo, el tipo de entierro: túmulos vs. cremación-. Entre ellos habrían figurado los hurritas, los sudcaucásicos y ciertas comunidades étnicas indoeuropeas (8) .
Un tesoro funerario del túmulo norte de Karashamb, en el norte de la República de Armenia, datado en los siglos XXII-XXI a.C. y perteneciente a la cultura de Kura-Arax, incluye una copa de plata labrada artísticamente que parece revelar lazos estrechos con las concepciones mitológicas indoeuropeas.
"Los temas mitológicos indoeuropeos expresados en las imágenes de la copa [de Karashamb. V.M.] están muy probablemente relacionados con su atribución etnocultural. El hecho de que dos piezas maestras relacionadas de la toréutica antigua hayan sido halladas en sitios sincrónicos de la cultura de Trialeti, sin tener contrapartidas cercanas fuera de los límites territoriales y cronológicos actualmente conocidos de esta cultura, puede testimoniar de por sí un origen local -en el sentido más amplio de la palabra- de las copas de Karashamb y Koruk-Tash, y de su afiliación con la cultura de Trialeti en la edad de bronce medio" (9).
La copa tiene seis bandas ilustradas que presentan una epopeya guerrera en un entorno de animales salvajes reservados a las cacerías rituales reales (leones, panteras o leopardos, ciervos): los preparativos de la guerra, la marcha al combate, la batalla, la decapitación de los prisioneros, su metamorfosis en lobos y la ofrenda del botín al monarca vencedor.
El primer registro muestra una caza de jabalí en dos fases: un perro persigue al animal, herido por una flecha y acosado por el león que le hace frente y por un leopardo. Completan la escena otros cinco leones y cuatro panteras o leopardos. El cazador, de perfil a la derecha, con la rodilla derecha en tierra, se prepara para lanzar una nueva flecha a la bestia negra, perseguida por tres leones y dos leopardos.
El segundo registro ilustra en tres escenas los preparativos de una batalla. Tres lanceros son precedidos por un sacerdote anunciado por tres músicos, uno de los cuales está sentado en cuclillas y toca la cítara, mientras los otros dos parecen soplar instrumentos de viento. Observan la escena siguiente, en la cual un "jefe" sentado en un trono, probablemente el mismo personaje que el cazador del registro anterior -hay un perro de caza a su lado-, se apresta a tomar la bebida ritual por el éxito de la batalla futura. Numerosos sacerdotes asisten a la escena; uno de ellos tiende una copa, otros dos levantan los brazos en actitud de plegaria. Otro sacerdote conduce un ciervo -con una luna creciente- hacia el sacrificio. Dos duelos oponen a un lancero con un soldado armado de una espada.
El tercer registro presenta en cinco "imágenes" el desarrollo del combate y de la victoria. En la primera escena, un lancero se apresta a matar a un jefe enemigo, desarmado, al que aferra por la cabeza; el vencido tiene una cola de lobo, que simboliza al condenado a la ejecución, resignado a su destino. La escena siguiente repite el mismo tema: un león real se inclina sobre un búfalo. En la tercera escena, los cadáveres decapitados de los vencidos están armados con espadas. También poseen la cola de lobo y un dios, monstruo con cabeza y patas de león y cuerpo de águila, los guía al reino de los muertos (10). En la cuarta escena, un lancero ultima al jefe de los portadores de espada, quien lleva una cola de vencido y está desarmado. La última escena representa al jefe-sacerdote-cazador sentado sobre un trono, blandiendo el hacha del poder supremo, con una pirámide de cabezas cortadas y las armas de sus enemigos ante él.
El cuarto registro es una ronda de leones y de leopardos alternados; el quinto, una orla de 38 filetes. El pie está adornado por el sexto registro, con cuatro leones y cinco leopardos.
Los tres primeros registros relatan una epopeya cuyo protagonista es un príncipe, a la vez cazador, sacerdote y dios-sol. Los otros tres podrían simbolizar el mismo esquema codificado, traspuesto al reino de los animales simbólicos: el león-rey representa al príncipe; el león-engendrador, al jefe de la tribu y fundador de una dinastía, mientras que la corona de filetes hace referencia al rey, divinizado y asimilado al sol (11) . Este príncipe parece combinar las tres funciones indoeuropeas: soberano y sacerdote (primera función), guerrero y cazador (segunda función), fertilidad (tercera función; el sol participa en esta última por su carácter benéfico) (12).
Una interpretación es que el héroe caza un jabalí con la ayuda de perros; los leones y leopardos simbolizan fuerzas sobrenaturales que apoyan al héroe en calidad de ancestros reverenciados. La muerte del jabalí inicia una cadena de hechos fatales que incluyen una guerra, quizás fratricida, que acaba con la muerte de muchos contendientes y la victoria de uno de los bandos. El arqueólogo armenio Vahán Hovhannisián ha planteado los siguientes paralelos indoeuropeos:
a) En la mitología griega, la caza del jabalí de Calidonia, enviado por Artemisa para castigar al rey Eneo, por su hijo Meleagro; la división de los despojos conduce a una disputa entre parientes y a una guerra que termina con la muerte del héroe. También cabe recordar la lucha entre Hércules y los centauros como derivación del combate con el jabalí de Erimanto.
b) En el "Cantar de los Nibelungos", Sigfrido es asesinado después de una cacería, donde su primera víctima ha sido un jabalí. En ciertas variantes, el héroe cae durante una cacería del jabalí, a quien sus asesinos atribuyen la muerte de aquél. Este episodio lleva a una guerra entre parientes: Krimhilda y Etzel contra los burgundios.
c) En la saga céltica "La historia del jabalí MacDato", el reparto del jabalí conduce a la lucha entre dos tribus irlandesas y a la muerte de muchos héroes. En el final de "La persecución de Dermot y Grania", durante la caza del jabalí Bann-Gulbain muere el héroe Dermot O'Dyna, como castigo por un crimen de su padre. Esto provoca una guerra entre sus hijos y los hombres de Finn, quienes habían organizado la cacería fatal.
d) En la mitología india, Harischandra, rey de Ayodhya, muere cazando un jabalí enviado por Vishvamitra para devastar su reino. Tras soportar distintas pruebas, llega finalmente al reino de ultratumba.
e) En la mitología armenia, la figura de Artavazd, hijo del rey Artashés, reúne trazos de una personalidad histórica y otra mítica. Según el historiador armenio Movsés Jorenatsí (siglo V d.C.), su padre lo maldice y desaparece en los abismos del monte Ararat mientras caza jabalíes y onagros, tras luchar varias veces con sus hermanos (13).
La caza del jabalí como tema mítico es un motivo prácticamente desconocido en las civilizaciones no indoeuropeas de Medio Oriente. La muerte de Adonis y Atis, dioses de la muerte y resurrección, por obra de un jabalí es una trasposición griega del mito mesopotámico de Dumuzi e Inanna (Tammuz e Ishtar, en Siria), donde no aparece este animal (14).
A pesar de sus reservas, Diakonoff ha continuado asociando la cultura de Kura-Arax con los hurritas: "Ciertos seguidores de Ivanov y Gamkrelidze han intentado probar que la cultura de Kura-Arax era indoeuropea, basando sus conclusiones sobre un origen supuestamente indoeuropeo de los mitos ilustrados en artefactos de Kura-Arax. Huelga decir que la difusión de un mito -admitiendo que su interpretación sea correcta- no se limita necesariamente a un área lingüística" (15).
No obstante, cada cultura aporta a los mitos elementos diferenciales; recordemos los intentos de Kumarbi -padre de los dioses en la mitología hurrita- por recuperar su trono, que no existen en el caso de Cronos, su contrapartida helénica, a la que ha influenciado notoriamente. Por lo tanto, en ese sentido, se limitan necesariamente al área lingüística hurrita.
"El análisis del tema de la copa de Karashamb confirma la presencia y la dominación de una masa indoeuropea entre los portadores de la cultura arqueológica de Trialeti-Kirovakán. Los rasgos que caracterizan la copa como utensilio valioso, al igual que muchas peculiaridades estilísticas de sus escenas, además de idiosincrasias artísticas visibles, revelan trazas definidas de la influencia de los centros culturales en Asia Menor y, en menor medida, Mesopotamia. Las zonas de contacto más probable con influencias culturales de Asia Menor y Mesopotamia son las regiones occidentales de la meseta de Armenia, cuya cultura, en opinión de B.B. Piotrovsky, debe asociarse con los restos de la provincia de Trialeti-Kirovakán, hasta ahora no explorados por los arqueólogos -esto es especialmente cierto para los restos de la Edad de Bronce Medio-. Es precisamente aquí donde, a fines del III / inicios del II milenio a.C., se genera un centro de acumulación y fuente de impulsos culturales, y de migraciones dirigidas al este de la meseta de Armenia, en la región entre el Arax y el Kura. Los grupos étnicos indoeuropeos tomaron una parte activa en estos procesos" (16).
Una inscripción muy fragmentaria de Naram-Sin de Acad (2254-2218), que se refiere a sus conquistas en la Mesopotamia septentrional y en la región del Tigris oriental, presenta topónimos con componentes hurritas. Otra inscripción ceremonial acadia hallada en Nippur tiene nombres (Shehrin-ewri) y rasgos hurritas. La presencia hurrita temprana en el Cercano Oriente puede aducirse a partir del sumerio ta/ibira ("trabajador del cobre"), para el que se ha aportado evidencias de un origen hurrita, y los préstamos de plantas de zonas no esteparias en el acadio.
En el período que siguió a la caída del imperio acadio surgieron reyezuelos locales en el norte mesopotámico, en la zona intermedia entre el llano y las montañas. De allí proceden dos textos de Tish-atal y Atal-shen, quienes se proclaman reyes de Urkesh y Nawar. La primera ciudad parece ser Tell-Amuda, donde se halló la inscripción de Tish-atal (la más antigua que existe en hurrita), mientras que Nawar se ubicaría al este del Tigris. La fecha varía entre principios del siglo XXI a.C. y mediados del siguiente. Esas formaciones estatales llenaban el vacío generado por la desaparición del imperio acadio, que aún no había sido ocupado por la III Dinastía de Ur.
El predominio hurrita en la alta Mesopotamia suele fecharse en el siglo XVI a.C.; sin embargo, el nacimiento del reino de Hanigalbat-Mitanni debe retrotraerse a mediados del siglo XVII a.C., en cuyo final se ha comprobado una gran incursión de los hurritas de Hanigalbat durante el reinado de Hattusilis I de Hatti, ocupado en una expedición en el oeste, quien los venció con dificultad. No obstante, se aseguraron el control del territorio entre el Tauro y el Eufrates.
Mursilis I, hijo de Hattusilis, fue famoso por su campaña de 1595 contra Alepo y Babilonia; la metrópoli mesopotámica fue arrasada y quedó a merced de un pueblo proveniente de Irán, los casitas. La profunda crisis que sufrió el reino antiguo hitita después de su asesinato favoreció el surgimiento de Mitanni como potencia dominante durante los tres siglos subsiguientes, hasta su desaparición hacia 1270.
Durante la crisis de Hatti (siglos XVI-XV a.C.), cuando Mitanni estaba en el cenit de su poderío, en la meseta de Armenia y el Alto Eufrates se formó una serie de pequeños reinos: Tegarama, Zazzisa, Alha, Armatana, Arawanna, Ishuwa y otros.
Estas unidades políticas fueron conquistadas por Hattusili II. No hay referencias directas al respecto, pero en el reinado de su sucesor, Tudhaliya III (1400-1380), esos pequeños reinos se liberaron, lo que significa que Hattusili II los había ocupado. Durante esta época de antagonismo, el territorio del alto Eufrates y la meseta de Armenia fue protegido por los reyes mitanios, y las entidades políticas allí creadas tuvieron orientación mitania. Esto se explica porque en la zona gobernaban, en su mayoría, dinastías hurritas (17). Supiluliuma II (1380-1340), hijo de Tudhaliya III, reconquistó Ishuwa y los demás países citados, con lo que la región pasó a constituirse en un punto de apoyo para los hititas.
Ishuwa, localizada al este de la confluencia de las dos ramas del Eufrates, fue particularmente importante en este período por su posición estratégica y por el dominio de las minas cupríferas de Ergani-Maden. Poblaciones de habla indoeuropea parecen haber infiltrado su territorio en el III milenio, como lo indican los hallazgos de huesos de caballos en Koruçutepe y Norsuntepe, correspondientes al calcolítico tardío y a la edad de bronce temprano (18). Es posible que su herencia haya sido recogida por elementos hurritas a mediados del II milenio (19); el nombre Ishuwa parece derivarse del término "caballo" (i.e. *ek'wo > luvita jeroglífico asuwa "caballo", arm. esh, genitivo ishoy "burro"; cf. hurrita eshshi, ishshiya "caballo"), en tanto que una de sus principales divinidades era el dios atmosférico hitita Pirua, cuyo símbolo era el caballo (20).
Uno de los hechos más salientes del reino de Mitanni es su relación con el elemento indoeuropeo. Sus reyes tenían nombres indoiranios (Shuttarna, Dushratta, Mattiwaza, etc.), junto con un segundo nombre hurrita, al igual que ciertos príncipes de Siria, y adoraban, entre otras, a algunas divinidades de aquel origen (Mitrasshil, Uruwanasshil o Arunasshil, Indra, Nasatyana). Una dinastía indoirania parece haber tomado la conducción de tribus hurritas en la zona de Urmia y creado Mitanni, cuyo nombre se habría derivado de los matienos, tribu localizada al sudoeste de ese lago (21).
Según el orientalista italiano Mario Liverani, en el marco de la crisis
urbana hacia 1800, "una primera oleada de protoindoiranios llegó
precozmente al extremo suroeste de Irán (poco después del comienzo de la crisis
y de la reestructuración demográfica), para irrumpir en el Creciente Fértil con
los portadores de nombres indoiranios del ambiente de los maryannu y Mitanni, y
con la difusión del carro de guerra ligero y los caballos" (22).
La cría de caballos era conocida en el III milenio a.C. en Armenia y en las
zonas montañosas de Irán. Un manual para su cría, escrito por el hurrita
Kikkuli en el siglo XIV a.C. -conservado en traducciones al hitita y al acadio-,
incluye siete glosas indoiranias (cinco números y dos nombres comunes). Varios
términos para caballos, en uso hacia el siglo XIV a.C. en Nuzi, son de origen
indoiranio cierto o presunto, y junto con los vocablos técnicos de Kikkuli
permiten suponer que los indoiranios tenían experiencia al respecto. Una
combinación de estas habilidades ecuestres y el uso del carro de dos ruedas sin
dudas contribuyó a la expansión de Mitanni, aunque no deben omitirse las
técnicas de sitio y el uso del arco compuesto.
Al redactarse ese manual, sin embargo, el indoiranio no era una lengua viviente; sus hablantes ya se habían fusionado con los hurritas, quienes poseían escritura y un nivel cultural relativamente más alto. El idioma infiltrado allí era un dialecto del indoiranio anterior a su división, con características que sólo aparecieron en las lenguas de la India en el I milenio a.C. y de las que el sánscrito carece. En consecuencia, se ha sugerido que debió relacionarse con el kafir, un grupo lingüístico intermedio entre el indio y el iranio, que sólo se preserva en los valles montañosos del noreste de Afganistán y en Cachemira. Se lo considera la primera rama que se separó del indoiranio y entró en su solar histórico. Es posible que se difundiera por la meseta de Irán antes de que oleadas posteriores lo absorbieran en la segunda mitad del II milenio a.C. (23).
El orientalista argentino Bernardo Gandulla ha enunciado una hipótesis sobre la base del modelo de la "oleada de avance" (Ammerman y Cavalli-Sforza), fundado en la expansión de una comunidad lingüística por motivos de subsistencia, con tecnología superior de explotación que permite la imposición de la agricultura y la ganadería (24). Hacia 6500, un movimiento de agricultores y pastores habría partido desde Çatal Hüyük -donde Renfrew localizó el hogar original indoeuropeo-, llegando al sur del mar Caspio, tras bordear el Cáucaso, alrededor del 4000. En su trayecto, en un proceso de integración con los protohurritas, esa oleada generó una etnia híbrida ("indohurrita") por sustitución lingüística.
En el III milenio, una saturación poblacional en la región de confluencia habría provocado un nuevo desplazamiento, hacia el centro y sur de Irán y hacia Pakistán, y el de otra rama en dirección oeste (25). Esta última, la "indohurrita", habría dado origen a Mitanni e incluía elementos indoiranios residuales: "A mi juicio esta posibilidad podría establecerse a partir de las formas sincréticas de las divinidades conocidas por documentos históricos, las relaciones de parentesco a nivel de las elites gobernantes, la onomástica y algunos aspectos de la estructura político-social (como el caso y situación de los maryannu)" (26).
Aunque la cronología de Renfrew ha sido fuertemente criticada y un movimiento indoeuropeo en fecha tan temprana (VII-V milenio a.C.) es improbable, pensar a los hurritas como resultado de una hibridación y no de un proceso simbiótico (superestrato indoiranio y substrato hurrita) parece una salida razonable para elucidar el problema de Mitanni.
Esa hibridación puede haberse producido a través de elementos indoiranios que bajaran al Asia Anterior por el este de Subcaucasia a principios del II milenio a.C., ocupando espacios en la zona de Urmia. Es factible que, tras separarse de la unidad armeno-greco-irania latente en la cultura de Kura-Arax, la interacción con hurritas provocara ese proceso.
El origen de los carros de guerra continúa siendo problemático. Ni la Mesopotamia, ni Siria disponían de la madera y de los equinos necesarios para desarrollar los carros de dos ruedas que constituyeron la fuerza de choque principal en las grandes contiendas de la Edad del Bronce. Su primer uso como arma de guerra y más específicamente táctica data de la segunda mitad del siglo XVII a.C.: conductores de carros aparecen con los ejércitos de Hattusilis I de Hatti, Yarim-lim III de Alepo y los hicsos que conquistaron Egipto (27). Estas referencias son casi simultáneas al surgimiento de Mitanni y puede suponerse que, al menos en los casos de Hattusilis I (y su sucesor Mursilis I) y de los hicsos, el uso de carros fue el factor que permitió sus éxitos militares.
El carro de guerra se considera en la actualidad como un desarrollo del Cercano Oriente y no, como antes, una importación de los indoiranios (28). Es posible que los hurritas lo perfeccionaran y fueran sus difusores. A la vez, pudieron tomar sus conocimientos, junto con la materia prima -maderas y caballos- de una fuente inmediata: Armenia.
Según el faraón Amenofis II (1450-1425), la madera de su carro provenía "del país de Naharin" (29). En sus inscripciones, Tutmosis I (1526-1512) y Tutmosis IV (1425-1417) designan a Mitanni como Nahrina, término que se identifica con el Aram Naharaim bíblico y ha sido explicado como "país de los ríos" (semita nahr, "río") (31). Su lectura correcta parece ser Nahraini "ríos mellizos" (32). Evidentemente, la madera debía provenir de la zona al norte de Mitanni, es decir, Armenia, pues la Mesopotamia carece de vegetación arbórea. Estudios modernos han determinado que la fabricación de un carro egipcio del siglo XIV a.C. fue realizada con madera del área limitada al este por el mar Caspio y del sur al oeste por una diagonal trazada desde la ribera meridional de ese mar hasta la costa del mar Negro en la vecindad de Trebizonda (30).
Los vehículos hallados en los túmulos de Lëchashén (ca. 1500), a orillas del lago Seván, al este de la República de Armenia, han revelado el grado de avance de la manufactura de la región, que empleaba la madera local (roble, olmo, haya y pino) como materia prima. Los carros de dos ruedas difícilmente hubieran sido introducidos allí desde Mitanni, sino que con mayor posibilidad constituyeron un desarrollo autóctono (33).
El hurrita se escribió desde la segunda mitad del III milenio hasta el siglo XII a.C. y se habló hasta que en el I milenio a.C. lo desplazó el arameo. Junto con el urartiano, constituye una familia aparte dentro de las lenguas del Asia Anterior. Urartú aparece en el siglo XIII a.C., cuando el hurrita estaba ampliamente difundido. Este último continuó en uso entre los siglos IX y VI a.C., fecha de registro del urartiano. Ambas lenguas son ramas de una lengua madre, ya separadas hacia el III milenio. Hay variaciones gramaticales, fonéticas y léxicas significativas: la conjugación, la negación y la sintaxis son totalmente diferentes, la declinación de los sustantivos muestra variantes, y aparecen divergencias notorias en el léxico (34).
Según Diakonoff, las palabras de origen hurrita en el armenio son términos de sustrato referidos a plantas, animales e instituciones sociales locales durante el primer milenio a.C. (35). Sin embargo, como dice el lingüista armenio Guevorg Djahukián, "los contactos armenio-hurritas probablemente debieron haberse fortalecido desde los tiempos de poderío del estado hurrita-hablante de Mitanni, a partir del siglo XVI-XV a.C. No sería correcto explicar las coincidencias léxicas por contacto de los armenios con remanentes tardíos de los hurritas o por medio del urartiano emparentado con el hurrita" (36).
El término armenio jorr ("avaro"), citado por única vez en un comentario del Evangelio de San Marcos del siglo XIII, es muy interesante (37). Su origen, según el orientalista armenio Grigor Ghapantsián, es el etnónimo hurri; en ciertos lugares, los hurritas debieron ser mercaderes astutos, característica que los armenios registraron (38). Esto debió ser producto de un contacto directo y prolongado cuando los hurritas eran protagonistas en el plano internacional, es decir, antes del siglo XII a.C. De ese mismo etnónimo, recordemos, se derivó el adjetivo sumerio hurum ("loco")(39).
El contacto armenio-hurrita incluye los siguientes préstamos:
1) Arm. jëndzor ("manzana"), hurr. hinzuri ("manzana,
manzano") (40)
2) Arm. nurn ("granada"), hurr. nuranti ("granada") (41)
3) Arm. tul't (tught, "malvavisco"), hurr. tuldi ("cierta
planta") (42)
4) Arm. jal'ol' (jaghogh, "uva"), hurr. haluli ("cierta
fruta") (43)
5) Arm. anag ("estaño"), hurr. anagi ("estaño") (44)
6) Arm. salor ("ciruela"), hurr. salluri ("ciruela") (45)
Estos términos no aparecen en el vocabulario urartiano y, por lo tanto, se catalogan como hurritas sólo de manera convencional. Viceversa, ciertos préstamos del urartiano al armenio figuran como tales por su ausencia en el hurrita. En esencia, el problema es la escasez de material léxico de ambos, lo cual impide una determinación cierta y firme de su relación con el armenio.
Por el mismo motivo, la falta de términos armenios en el hurrita, aducida por Diakonoff como prueba del carácter tardío de la presencia armenia en su solar histórico (46), es relativa.
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(*) Usamos el término neutro "Subcaucasia" para designar la región al sur de los montes Cáucaso. La forma habitual, "Transcaucasia", es geográficamente inexacta pues designa la región con una visión centrada en Moscú.